por Pilar Pascual Mayoral1 Pedro García Ruiz
1. Introducción.
Los ciudadanos del noreste francés se despertaban a mediados del siglo XX con una pésima noticia: los mecanismos de la reconversión de la siderurgia y del carbón se habían activado. El paro aumentaba día a día en la provincia de Cresout y la emigración llamaba a las puertas ofreciéndose como alternativa al cierre empresarial.
Algunos trabajadores despedidos y otras personas de la comarca, formaron equipos de trabajo junto a varios especialistas de museos con la finalidad de convertir minas y factorías abandonadas en espacios de visita turística. Su proyecto era revitalizar la identidad regional tornando las pesimistas expectativas en una visión más positiva.
Los nuevos ecomuseos no pretendían imitar a los museos al aire libre en los que se mostraban objetos transportados desde el lugar de origen, defendían un nuevo concepto cultural como explicaron los impulsores de la iniciativa francesa en Suecia:
"Un ecomuseo consta de una serie de espacios y de construcciones conservados en su lugar originario, explicados desde una perspectiva cultural y descritos externamente en una visión conjunta de la evolución de la región o del territorio local. Es un instrumento para el desarrollo regional, en que el trabajo es ejercido en colaboración entre la población local y las instituciones públicas" 2.
2. La industria molera de Trébago.
Con el "sueño" de un ecomuseo realizamos el estudio de las canteras de piedras de moler riojanas y con la misma ilusión ampliamos nuestras investigaciones a otros puntos del norte de España. Descubrir y dar a conocer los vestigios de mayor interés de cada explotación, procurando determinar las épocas de actividad en las diferentes canteras molineras.
Uno de los elementos imprescindibles para este estudio era conocer la roca explotada en cada lugar, pues si esta no era suficientemente dura las muelas desprendían partículas de arena que llegaban a la mesa con el pan, provocando de este modo problemas en la dentadura y el sistema digestivo; y si por el contrario era demasiado dura romperían el grano en lugar de molerlo.
La industria de la panificación era rigurosa y los exigentes molineros demandaban muelas de calidad. Así se descubrieron los conglomerados detríticos del Sistema Ibérico cuya explotación favoreció la presencia de un importante gremio de moleros, que supo combinar sus excelentes técnicas de producción con la comercialización de las producciones en pueblos y ciudades periféricas.
3. La formación de la Sierra del Madero3.
Proceso del acoplamiento de las placas Ibérica y Euroasiática. Fotografía cedida por Ángel Torres de la Sociedad de Ciencias Aranzadi | |
Hace 120 millones de años se producía en la Tierra un movimiento de aproximación de las placas tectónicas Ibérica y Euroasiática, que finalizaría 80 millones de años después con el acoplamiento definitivo de las dos masas terrestres.
La fuerza de este fenómeno (denominado Orogenia Alpina) hizo emerger del Mar Tethis (anterior mar Mediterráneo) los montes vascos, navarros y la Cordillera Ibérica, creando una línea divisoria que obligó a verter a unos ríos al Mar Cantábrico y a otros en el Mediterráneo.
En este largo proceso surgieron algunas dificultades que entorpecieron el nuevo curso de las aguas y provocaron la formación de dos grandes lagos: el Lago de Treviño y el gran Lago del Ebro.
La primera fase erosiva fue muy potente. Las fuertes pendientes existentes en el nuevo relieve proporcionaron abundante material listo para ser arrancado y transportado por los grandes cauces fluviales que lo irían depositando a lo largo de la costa del Mar - Lago del Ebro.
Conglomerados "blandos" del Valle del Iregua (La Rioja) | |
Este enorme lago inundaba La Rioja, la Ribera de Navarra, Zaragoza, Lérida y Tarragona, hasta que de manera natural pudo erosionar la cordillera de la costa catalana y desaguar en el Mar Mediterráneo. A partir de este momento irá encajándose lentamente en su lecho actual. Finalizado este proceso quedaron visibles dos tipos de conglomerados; aquellos que se formaron con materiales arrastrados y depositados en la costa del Lago del Ebro y que podemos encontrar en Los Fayos (Aragón) o a lo largo del viejo ferrocarril soriano junto a la carretera Matalebreras - Tarazona; y los conglomerados detríticos existentes en la Sierra del Madero. Mientras que los primeros son conglomerados blandos y no permiten ninguna utilización industrial, los conglomerados detríticos, mucho más duros por estar cementados básicamente con polvo de sílice, serían utilizados para fabricar piedras de molino desde la Antigüedad.
Conglomerados detríticos de la Sierra del Madero. "Peña del Tío Sartén" | |
Todo el proceso erosivo fue perdiendo fuerza a medida que disminuía el relieve terrestre de la Sierra del Madero, la fuerza del agua arrastraría en su última fase tierras y rocas más menudas, quedando al descubierto los resaltes formados por los materiales más consistentes. Uno de estos resaltes lo formaban los conglomerados detríticos que afloran en el Cerro de los Balcones y en la zona de la Peña del Tío Sartén.
4. Un día de trabajo en las canteras molineras.
Una vez hallada la roca adecuada los moleros comenzaban su trabajo. Sobre estas formaciones trazaban los círculos que guiaban la posterior talla de las muelas; con diferente diámetro según la secuencia cultural y el uso destinado a la muela, y aprovechando al máximo la roca para sacar el mayor rendimiento a la cantera. El replanteo o marca previa podía hacerse con un improvisado compás o con un trozo de cuerda y un fragmento de teja.
Marcas circulares previas al picado de la ranura. | |
Una vez marcada la circunferencia comenzaba el picado de la ranura hasta conseguir el grueso de la piedra de moler. El paso siguiente sería desprender el bloque circular de la roca madre, utilizando para ello varias cuñas de hierro o de madera, y con menos frecuencia de madera recubiertas de hierro.
Desgajado de la roca el bloque cilíndrico comenzaba la talla hasta finalizar una de sus caras, y a continuación se le daba la vuelta para completar la fabricación. Las piedras de molino quedaban prácticamente acabadas en la cantera a falta de pequeños ajustes, que deberían realizarse durante su colocación en el molino.
Momento en que el molero está picando la ranura para conseguir el grosor de la muela | |
5. Otras producciones.
En el número 27 de La Voz de Trébago decíamos que celtíberos y romanos de la zona de Trébago fabricaron sus molinos con un tipo de roca similar al existente en la Sierra del Madero. Las producciones celtibéricas fueron en general modestas pues estaban destinadas al abastecimiento de los poblados, sin embargo, las producciones romanas fueron mucho más voluminosas pues, además de atender la demanda de la población establecida a largo de las grandes vías de comunicación, deberían abastecer a las legiones que solían transportar un molino circular4 por cada diez individuos. Además, los moleros de estos importantes ejércitos tallaban en las canteras de su entorno los proyectiles que abastecían la maquinaria de guerra.
Muela e 1,80 metros de diámetro acabada y abandonada en una cantera | |
En la ciudad de Calahorra (La Rioja), antigua Calagurris Iulia Nassica, apareció un depósito de 314 proyectiles de época romana entre los que se encontraban varios ejemplares con numerales tallados y otros cuyo campo epigráfico fue relacionado por los especialistas con Marco Lépido y la Legio Martia, dentro del ámbito de las Guerras Sertorianas (año 74 a. C.)5.
Estos proyectiles eran lanzados con las ballistas, máquinas de guerra romanas que siguen utilizando los ejércitos medievales, aunque en esta época eran denominadas catapultas. Durante las guerras de Fernando de Antequera contra el conde de Urgel en el siglo XV, fueron muy demandados estos proyectiles según los comentarios del profesor Próspero Bofarul6:
Grupo de proyectiles hallados en Calahorra (La Rioja) | |
"Tenía el rey muchos albañiles y cortadores de piedra que, en Cataluña llaman moleros, porque hacen piedras de los molinos, que llaman muelas; y estos habían venido de Barcelona y de los demás sitios de Cataluña y Aragón, los que cada lugar podía enviar, y no entendían de otra cosa sino en cortar piedras y hacerlas redondas para arrojarlas con las máquinas y artillería".
Pues bien, en pueblos sorianos como Trébago y Fuentestrún hemos visto este tipo de proyectiles fabricados con la misma roca que las piedras de molino, de manera que no sería muy extraño encontrar algún ejemplar en otras canteras de la Sierra del Madero. Tampoco deberemos perder de vista otras producciones, como las aras colectoras para las prensas de aceite y vino de tradición romana, ni sus característicos contrapesos.
En el número 24 de La Voz de Trébago, Santiago Lázaro Carrascosa hablaba de la existencia de "molinos barquiformes con tres patas labradas" en la Sierra del Madero. Suponemos que estos ejemplares deben relacionarse con molinos de chocolate, utilizados en múltiples pueblos y ciudades españolas desde el descubrimiento de América hasta mediados del siglo XX.
6. Una visita al ecomuseo de Trébago.
Tipología de los molinos de chocolate. Canteras de Igea (La Rioja) | |
Hasta este momento hemos tratado sobre los elementos que permanecen visibles de las canteras molineras de Trébago, similares en gran parte a los encontrados en otras explotaciones de España y de Europa. Vestigios imprescindibles todos ellos pues constituyen el punto de partida de cualquier ecomuseo, pero existen otros más.
De especial interés son las huellas del trabajo sobre la roca, pues irán indicándonos los pasos que seguían los moleros para extraer y fabricar las piedras de molino. Sucede que buena parte de ellas quedaron soterradas bajo los escombros de la talla, o bien por que los agentes naturales fueron depositando una capa vegetal a partir del abandono de las explotaciones.
Estos vestigios industriales son las circunferencias trazadas sobre la roca, de las que ya hemos hablado, las ranuras del tallado para extraer los bloques cilíndricos, o las improntas resultantes de la extracción. Constituye todo ello un didáctico muestrario artesanal que ha de completar el repertorio de útiles hallados en la superficie de las canteras molineras.
Campaña excavaciones 2008 en la ciudad francesa de Claix. Gentileza del arqueólogo Nicolás Minvielle. | |
En la última Campaña de Excavaciones realizada en la ciudad francesa de Claix bajo la dirección de Alain Belmont, salió a la luz un taller molero con estas características, la fotografía que adjuntamos procede de esta excavación y nos muestra las fases de trabajo a las que hacemos referencia.
Esta intervención de limpieza es la que aconsejamos realizar en varios sectores de las canteras de Trébago, para que sirvan de jalones de un futuro sendero turístico - etnográfico que enlazaría montaña y población. Sería como recordar a los creadores de los primeros ecomuseos franceses y suecos a la vez que recuperamos una industria milenaria cuya importancia histórica era interpretada de este modo por Alain Belmont:
"Mientras que las iglesias seculares cuentan las historias de las de las creencias religiosas, y los castillos en ruinas evocan el poder de las elites antiguas, las canteras constituyen otro tanto como monumentos a la gloria del trabajo y de la vida cotidiana".
1. Licenciada en Geografía e Historia, rama Arqueología, por la Universidad de Zaragoza. 2. BERGDAHL Ewa, "Ecomuseo" de Bergslagen, Revista de Museología 14 (junio), ed. A.E.M. Madrid 1998 p 148. 3. Agradecemos el asesoramiento sobre este proceso al paleontólogo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi Ángel Torres. Para más información consultar TORRES SÁENZ Jose Ángel; VIERA AUSEJO "Luis Ignacio; Geología del Valle de Oiarzun". San Sebastián (Donostia) 1998. 4. Eran molinos de tipo manual similares al que mostramos en La Voz de Trébago, nº 27, p 14, fig 2. 5. VELAZA FRÍAS, Javier; CÍNCA MARTÍNEZ, José Luis; RAMÍREZ SÁDABA José Luis, "Nuevo testimonio de las guerras sertorianas en Calahorra: un depósito de proyectiles de catapulta", Kalakorikos 8, La Rioja, 2003, pp 9 - 30. 6. BOFARULL Y MASCARÓ, Próspero, "Colección de documentos inéditos del archivo de la Corona de Aragón". Archivo General de la Corona de Aragón, Historia de los condes de Urgel, cuaderno 43, p 506, Barcelona 1853.
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