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Historia de Trébago


Orígenes| Pósito| Iglesia| Torreón| Ermita| Escuelas| Curiosidades| Costumbres
Orígenes
El origen de Trébago es muy antiguo, tanto que es posible que desde la invasión celta, sobre el año 700 a.C., ya existiese. Los celtas se establecieron en la Meseta como pueblo agricultor y pastor. Habitaban en castros fortificados en alturas, para dominar el valle y controlar a los enemigos. Portan consigo objetos de hierro e introducen este metal en la península.

Se conservan restos de inscripciones en lengua celtíbera, que José Lázaro guarda celosamente en su museo. También molinos de piedra arenisca, moldes de fundición para fabricar puntas de flechas, etc. No sabemos el emplazamiento certero de Trébago en estas fechas, pero los restos encontrados indican que existió el poblado, como también lo hubo en Fuentestrún, en las Peñas de Castejón, donde sí se encuentra la muralla caída, y en El Espino.

Un estudioso, Ramón Menéndez Pidal, a principios de siglo, habla de que el sufijo "aco" se encuentra por millares en topónimos de la meseta, y que es de origen celta. Habla de ejemplos claros de origen celta y cita a Sayago, Litago, Sarnago y Trébago, como enclaves de este pueblo. Lo que no es poco, afirmar que Trébago ya existía en fechas anteriores a la llegada de los romanos a España.

La llegada a la península de los árabes en el año 711 despobló estas tierras. Solamente Magaña y Agreda quedan como puntos fuertes de la presencia árabe en la zona. Y esta tierra oriental soriana será frontera entre los reinos de Aragón, Navarra y Castilla y quedará sujeta a los vaivenes que marque la reconquista.

En el año 915 se cita a Trébago, cuando el rey de Navarra, García Sánchez, conquista Agreda y su comarca a los musulmanes. Pero estos territorios se pierden y no son reconquistados definitivamente hasta 1119, año en que Alfonso I, el Batallador, rey aragonés, repoblará hasta Soria todo el territorio.

Por tanto, es entre los años 915-1119 cuando la presencia árabe en Trébago es un hecho. Y nos queda como vestigio la torre de la iglesia o atalaya defensiva, que posteriormente se incorporó a la misma.

Estas fortalezas pasarán en 1134 al rey de Castilla, Alfonso VII, que las repoblará definitivamente. A partir de esta fecha Trébago comienza a resurgir de nuevo, y su atalaya, como bien afirma Santiago Lázaro, defendía y vigilaba el paso natural constituido por la parte norte de la Sierra del Madero y la Sierra Mediana, que separan las cuencas de los ríos Duero y Ebro.

Así pues, desde el siglo XI, Trébago comienza de nuevo a tener vida, en la frontera, entre Castilla, Navarra y Aragón, dependiendo del obispado de Tarazona y del reino de Castilla. Y a partir de estas fechas ya encontramos referencias constantes sobre Trébago y pueblos vecinos en los archivos de Agreda.



Pósito
Los pósitos eran instituciones municipales, destinadas a almacenar cereales para su préstamo a los campesinos en épocas de escasez. Su origen data del siglo XVI, aunque presentaron su apogeo en el siglo XVIII.

En una casa, junto a la escalera principal de acceso a la Iglesia, se encuentra una inscripción labrada en piedra que certifica la existencia en Trébago de uno de estos Pósitos.

Iglesia
Plano de la iglesia de Trébago, debido a J. M. Martínez Frías, de su obra EL GOTICO EN LA PROVINCIA DE SORIA. Arquitectura y Escultura monumental. Publicaciones de la Diputación de Soria. Colección: Temas Sorianos. Núm. 1, publicado en 1980. A dicho plano le hemos añadido nosotros  (Santiago Lázaro) el de las dependencias 1 y 2 anexas a la fachada norte de la Iglesia.


Explicación:
  1. Escalera de caracol, que da acceso al campanario, desde el coro.
  2. Escalera que conduce al coro desde la nave.
  3. Capilla del Santísimo.
  4. Capilla del Rosario.
  5. Pórtico.
  6. Capilla de la Purísima.
  7. Torreón árabe de mediados del siglo IX, cuya planta baja hizo  anteriormente de sacristía. Entre el muro de la iglesia, y la mayor parte del muro del torreón de dos metros de grosor, excavado, se ha formado una pequeña capilla abovedada, dedicada a San Blas.
  8. Sacristía actual.
La Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción o de la Virgen del Río Manzano, como se la denomina en Trébago, es de estilo gótico, construida a mediados del siglo XVI. Su construcción fue posible por el auge que por esas fechas todavía perduraba de la ganadería trashumante de merinas y la correspondiente lana que esos ganados producían, y también por el incipiente y pujante desarrollo agrícola. Debió de existir una primitiva iglesia románica rural porque en el exterior de la iglesia se encuentran aprovechadas como paramento dos lápidas funerarias de la época. Y en el interior se encuentra la pila bautismal, ejemplar prerrománico exquisito, que tiene arcos de herradura entrecruzados y decoración floral. Denota influencias mozárabes indiscutibles. Sería para practicar el bautismo por inmersión, dadas sus medidas, con 77 cm. de altura y dos diámetros de 120 y 80 cm. Su forma es troncocónica invertida.

En 1.717 se termina la obra decorativa más importante de la iglesia, el altar mayor. Así lo dice la inscripción que hay a sus pies:
Este retablo se doró con la industria y limosna de los vecinos de Trébago, y se concluyó en 1.717
Es de estilo barroco churrigueresco y está dedicado a Ntra. Sra. de la Asunción. Y a sus lados se encuentran San Juan y San Pablo. Se corona con un calvario.

En las fiestas, es típico el Baile de la Virgen, danza cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos, que sólo bailan los hombres, y que hasta hace pocos años, debían cumplir el requisito de haber nacido en Trébago. Hoy en día, dada la despoblación rural de los pueblos pequeños, se permite también el baile a los hombres descendientes de hijos (hombres o mujeres) del pueblo.



Torreón
Junto a la Iglesia se encuentra el Torreón de Trébago. de manufactura árabe-beréber, edificada en la primera mitad del siglo IX.

Este torreón, con una pequeña tendencia piramidal, es como todas las fortalezas árabes de este porte, de planta cuadrilonga, con unas medidas de 7'70 m. en sus caras este y oeste, y 6'40 en las fachadas norte y sur. Tiene una altura de unos 16 m. incluidas almenas y dividida la construcción en cinco cuerpos, separados por una hilada de losas o piedras planas, que los marcan nítidamente. Estas tres hiladas se corresponden interiormente con tres niveles cuyos pisos estaban sostenidos por vigas de madera empotradas en mechinales que sostenían pisos de madera. Por descontado no hay arcos de ninguna especie ni ménsulas. El tejado era de teja árabe. En cada uno de los niveles había saeteras, así como en las cuatro fachadas.

El espesor de los muros en su base es de 2 m., y están construidos a base de piedras irregulares, dispuestas ordenadamente por su cara más lisa y adecuada en el paramento del muro, y sólidamente aglutinadas por argamasa de cal y arena, elementos clásicos de las construcciones fortalezas de los árabes, formando todo ello un solo cuerpo, muy sólido, resistente y perdurable, y que explica su excelente conservación después de más de mil años de su construcción. Sus cuatro fachadas están orientadas correctamente al norte, sur, este y oeste, constando el torreón para su acceso, de una puerta de entrada en la fachada oeste, con arco de medio punto, con jambas, dovelas y clave, hechos de piedras labradas, sin ninguna clase de adornos ni marcas de cantero.

Esta puerta está ubicada al nivel del primer cuerpo del torreón, lo que hace que quede a una altura del suelo, de unos cuatro metros, dispuesto así como medida defensiva, en caso de asedio o de una algara cristiana. El acceso a dicha puerta, como el de los pisos o niveles interiormente, entre sí, se hacía mediante escaleras de madera, recogiéndose la que daba acceso a la puerta, y metiéndola en el torreón, cuando este era acosado. El grosor de los muros, que en su base hemos dicho que es de 2 metros, en el remate de las almenas es de sesenta centímetros. Actualmente la planta baja es una dependencia de la iglesia, la cual está adosada a sus caras norte y oeste mediante una oradación hecha en el muro, y que hace como uno de los brazos de la cruz latina de la planta de la iglesia, y en tiempos anteriores fue también sacristía.

Actualmente, la sacristía se agrandó con una construcción adosada a la fachada oriental del torreón, en donde en tiempos árabes pudo haber existido otras dependencias de la torre, y formar un recinto fortificado, con casi categoría de medio castillo.


Ermita
La ermita de la Virgen del Río Manzano está situada al suroeste del pueblo, a una distancia de 2 Km. y en la falda norte del Alto de los Curuñuelos, una ramificación de la Sierra del Madero, que recorre toda la parte sur del término de Trébago.

Es una ermita de grandes proporciones, de planta rectangular, con la sacristía adosada en su fachada este, en la que también se encuentra el campanario, y que así mismo es la cabecera del edificio, que contiene el altar mayor.

Su construcción la ubicamos tentativamente a finales del siglo XVII o principios del XVIII, y la creemos de estilo barroco final. El retablo, que según inscripción grabada en su antepecho indica que fue dorado en el año 1781, tiene columnas con cuerpo estípite, bastante adornado y, por tanto, es de estilo barroco. La puerta de entrada, abierta en la fachada sur, es un arco escarzano, con jambas y dovelas adornadas con una hendidura en toda su longitud, sin más adornos.


Fuente
Junto al frontón de Trébago está la fuente, otro símbolo del pueblo por lo que ha representado a lo largo de su historia. Aquí se acudía a por agua con los cántaros, y a dar de beber a los animales en el pilón que hay junto a ella.

En julio de 1995 se arregló y se relabró y repintó la inscripción. En ella puede leerse cómo se reedificó por los vecinos del pueblo en el año 1838.

De nuevo, al igual que en la Iglesia, tenemos constancia pública y notoria de que la unión de las personas hace que se consigan las cosas.


Escuelas
Las primitivas escuelas fueron inauguradas en 1929. Hoy se conserva el antiguo edificio, que ha sido rehabilitado en 1999, y en su interior se alberga el Salón Social "Las Escuelas" y la sede de la Asociación de Amigos de Trébago.


Curiosidades
En el trabajo titulado De cómo la gente no se casa en la época de la recolección en un pueblo de Castilla, publicado en la revista nº 1 de La Voz de Trébago se indica que los 291 matrimonios realizados en Trébago en un período de 117 años, que abarca desde 1857 hasta 1973 ambos inclusive, han tenido lugar en los meses y años que se citan a continuación:

Meses E F M A M J J A S O N D
Total: 291 23 26 11 18 28 31 23 7 23 35 40 26

Las fechas de menor número de matrimonios son agosto y marzo. Las causas son, una, la de agosto, de tipo económico. Es la época de la recolección, de la siega, y hay que tener en cuenta que la mecanización de dichas tareas en estas tierras ha llegado muy tardíamente y, por tanto, toda la mano de obra disponible era absolutamente indispensable.

En cambio, la de marzo tiene una razón de tipo religioso, según nos manifestó en su día el párroco, D. Félix Gil: "En Cuaresma no pueden hacerse las velaciones y si alguno se casa en esa fecha ha de volver después de la Cuaresma para oír misa y recibir la bendición nupcial. Por tanto, es preferible adelantar o retrasar el matrimonio".


Costumbres
Dar alojamiento a los mendigos a reo de vecino

No sabemos de cuándo data esta altamente humanitaria costumbre, pero a juzgar por lo que nos relataron nuestros padres y abuelos pudo tener sus raíces en el último tercio del pasado siglo XIX.

El alguacil estaba encargado de llevar la cuenta del riguroso turno vecinal y distribuir los pobres en una o varias casas, siempre uno por vecino; a él acudían los mendigos (generalmente al anochecer) solicitando ser acompañados a la casa que les cobijaría hasta el día siguiente. Allí se les daba de cenar, arrimo a la lumbre y alguna manta para que se abrigaran y durmieran en el pajar. La cena por lo regular consistía en unas sopas de ajo, un par de torreznos y según épocas unas ronchas de morcilla u otras cosillas que nuestras madres y abuelas (siempre previsoras) guardaban en la alacena o en aquella cesta de mimbre que pendía durante todo el año del techo en el rincón mas oscuro de la cocina. Este menú que se les daba a los pobres solía ser el mismo que la familia cenaba por tradición, ¡eran tiempos de estrecheces!.

Había mendigos que eran simpáticos e instruidos y después de cenar gustaban de relatar la historia de su vida con pelos y señales. A este respecto diré que siendo un muchacho de diez años escuché de boca de un mendigo, de José, alias el madrileño, después de cenar en casa de mis padres, un relato de su vida que se quedó grabado en mi memoria: Desde los diez y seis años trabajó en una fábrica de tapicería, donde permaneció dos años; al principio repartiendo muebles que llevaba a veces a cuestas, otras con un carretillo. Junto con otros seis compañeros, reunieron unos ahorrillos y decidieron dejar todo para irse a Valencia a conocer el mar, y allí, una vez terminado el dinero comenzaron a pedir, iniciando así a temprana edad lo que sería su medio de vida. "El madrileño" se hacía acompañar de otro más alto que él, que usaba gafas y al cual llamaba su secretario.

A la mañana siguiente, y después de desayunar un café con leche con pan tostado, el mendigo se incorporaba a su rutinario y constante deambular, no sin antes mostrar su agradecimiento a todos los miembros de la familia y pidiendo a Dios para los mismos mucha salud.

Esta costumbre dejó de practicarse en el año 1936, comienzo de la guerra civil, por razones obvias.



Esta información ha sido recogida de las revistas LA VOZ DE TREBAGO, editada por la ASOCIACIÓN DE AMIGOS DE TRÉBAGO.- TRÉBAGO (Soria).