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Canteras de piedras de molino en el Patrimonio de Trébago



por Pilar Pascual Mayoral y Pedro García Ruiz

1. Introducción

Hablar del cereal en pueblos de Castilla, considerada tradicionalmente el granero más importante de España, tiene la ventaja de que no necesita grandes discursos para entender su importancia. Los pueblos de Soria saben perfectamente que el cereal ha sido un elemento vital en la alimentación del hombre y de los animales durante siglos, y una prueba de ello son las piedras de moler que nos reciben en las puertas de Numancia o las que arrancan los arados en las fincas de cultivo, utilizadas frecuentemente para decorar rincones de viviendas en nuestros pueblos.

Sin embargo aunque la primera fase de la producción y cultivo del cereal es muy importante y conocida (así lo demuestra la historia de las investigaciones), no sucede lo mismo con la etapa siguiente: la molturación o el proceso de transformación del cereal en harina para poder convertirse en pan.

Para este proceso es necesario por un lado la materia prima, por otro las piedras para moler; y para obtener estas piedras es necesario conocer y explotar las canteras donde se tallaban estas "muelas". Aspecto este que ha sido desatendido por parte de historiadores, arqueólogos y geólogos.

En este artículo vamos a tratar sobre la evolución de las muelas tomando como protagonista el pueblo de Trébago por ser un municipio privilegiado en el que se documentan vestigios relacionados con esta industria desde época celtibérica a las ultimas producciones que abastecieron los molinos hidráulicos en el siglo XX.


2. Evolución tecnológica

Hasta el final de la Primera Edad del Hierro el hombre utiliza el molino de "vaivén" o barquiforme, compuesto por una piedra con forma de barca sobre la que molía el cereal utilizando otra más manejable (fig1).



Fig 1. Molino "barquiforme" o de "vaivén"


La fase celtibérica (Hierro II) se consolida cuando los habitantes de la Celtiberia aprenden a separar el hierro del mineral y comienza a fabricar armas y herramientas. A partir de este momento amplía la superficie cultivable y mejora su alimentación favoreciendo de este modo el aumento de la población. Es fácil imaginar el esplendor de los pueblos celtíberos próximos a los yacimientos metalúrgicos del Moncayo y La Sierra de La Demanda (corazón de la Celtiberia), esta era la situación en el siglo II a. C. que aparece en la zona el poderoso ejército romano.

El aumento de las cosechas pondría pronto en evidencia al molino barquiforme, tan útil durante la Primera Edad del Hierro y amortizado en esta fase de transición debido al enorme esfuerzo que exigía conseguir la harina cotidiana, el problema se solucionó aplicando la rotación, creando así un nuevo molino doméstico.



Fig2. Molino aparecido en Trébago.

Siguiendo esta misma estrategia tecnológica los romanos introducen en España el molino pompeyano, de mayores dimensiones y accionado en ocasiones con tracción animal (molino de sangre). La muela o meta que apareció fragmentada el verano pasado junto al cementerio de Trébago sería la piedra fija (meta) de este tipo de molinos, y sobre ella rotaría otra móvil denominada catillus

En el siglo II d. C., época de mayor esplendor en enclaves próximos a Trébago como Turiassone (Tarazona), Augustóbriga (Muro de Ágreda) o Numantia (Garray) se conocía perfectamente el funcionamiento del molino hidráulico (estaban ya muy romanizados), pero habrá que esperar hasta la alta Edad Media para que su construcción se generalice en todo el territorio español.



3. Las canteras de piedras de moler


Cuando leímos las publicaciones de Santiago Lázaro Carrascosa sobre las canteras molineras de la Sierra del Madero, decidimos contrastar sobre el terreno el método de trabajo de los moleros sorianos y ver las posibles semejanzas y diferencias existentes respecto a los detectados en las canteras riojanas.

Descubrimos que en ambos casos las ruedas de molino fueron talladas con técnicas similares, debido posiblemente a que las formaciones de roca -detrítica- existente en la "Peña el Mirón" y el "Cerro de los Balcones" presentan una composición geológica similar a la de los valles riojanos



Fig3. Moleros palentinos
(Gentileza del Ayuntamiento de Barruelo)

En las canteras de Trébago se aprecian dos formas de extraer la roca, picando ranuras o trincheras con las que se consigue un bloque cilíndrico de un diámetro deseado, y con mayor frecuencia desgajando bloques de roca con formas cuadradas y rectangulares. A continuación comenzaría la talla de las muelas con herramientas similares a las que utilizan los moleros palentinos (Fig3).



Fig4. Muela abandonada
la Peña el Mirón

Como viene sucediendo en otras explotaciones españolas y europeas, en las canteras de Trébago quedaron una serie de muelas prácticamente acabadas. La siguiente etapa sería su el transporte y comercialización (Fig4).

El transporte se realizaba con carretas tiradas por mulos o bueyes y el área de distribución la iremos conociendo a través de documentos escritos. Es difícil imaginar como se realizaba el viaje dado el peso de estas producciones y el estado de los caminos existentes; no obstante suponemos que el espacio comercial más razonable para las canteras de Trébago estaría comprendido entre los ríos Duero y Ebro.

Si la capacidad de distribución es hoy un enigma las épocas de producción lo son tanto o más, una prospección permite describir el frente de la cantera, tamaño de las piedras de molino que vemos en superficie, cálculo aproximado de número de piedras producidas etc. Tenemos documentado un período de explotación en torno al año 1760 cuando el molero Manuel Ruiz trabaja en las canteras trebagueñas (S. L. Carascosa, 2006) que posiblemente coincida con la última etapa de explotación.


4. Un sendero medioambiental

Hace tiempo que un amplio grupo de investigadores trabajamos por la localización y estudio de los centros productores de piedras de moler: son numerosos los países Francia, Suiza, Italia, Alemania, España o Eslovenia entre otros más los que comparten sus estudios sobre canteras de piedras de molino, bajo la dirección del profesor Alain Belmont, creando a través de su página web una especie de "enciclopedia virtual" que en la actualidad puede ayudarnos a entender la dimensión que alcanzó en Europa la industria de las muelas, evocando a la vez el protagonismo del oficio de molero. Las canteras de Trébago quedaron incluidas en los fondos de esta "enciclopedia" el mes de Junio de 2007.



Fig5. Muela fragmentada
en el Cerro de los Balcones

Trabajar en este campo desde la jurisdicción de Trébago, además de ayudarnos a recuperar los vestigios que confirman la evolución de los molinos como desarrollo de un pueblo, permitiría ofrecer a municipios vecinos y ciudades de otras Comunidades Autónomas una muestra sociocultural relevante por su originalidad.

En Europa se están desarrollando desde hace años una serie de proyectos orientados hacia la reconversión de las canteras molineras en zonas de paseo o ecomuseos. Un proyecto etnográfico que daría impulso al desarrollo rural de Trébago.

Una propuesta viable es diseñar un ecomuseo de montaña donde visitar las muelas que se conservan en las canteras y otros vestigios industriales como vertederos, frentes de cantera, muelas defectuosas o en proceso de talla (Fig5), integrando todo ello en un sendero medioambiental cuyo final de etapa podría ser una pequeña sala de exposición permanente, ya en el pueblo, donde el visitante conocería las herramientas de los moleros, los modos de transporte, así como la literatura o leyendas asociadas a este fabuloso gremio.

5. Conclusión

Aquellos molinos de rotación que fueron fabricados en época celtíbera y romana y que se encuentran con cierta frecuencia en la jurisdicción de Trébago, fueron tallados sobre el mismo tipo de roca que encontramos en la Sierra del Madero. Hasta la confirmación de un análisis petrográfico, podemos pensar que siendo Trébago un pueblo milenario (como lo demuestran sus hallazgos arqueológicos) y teniendo en cuenta la proximidad existente entre las canteras de piedras de molino y el núcleo de población, son muchas las posibilidades de que estos molinos manuales fuesen fabricados en ellas. Este razonamiento convierte a "La Peña el Mirón", "El Balcón de la Dehesa" y otros lugares citados por Lázaro Carrascosa, en lugares preferentes para estudiar la historia del gremio de moleros durante los últimos dos mil años.

Queremos insistir sobre la importancia de recopilar leyendas relacionadas con este peculiar gremio de artesanos como parte del patrimonio, que han llegado hasta nuestros días pasando de padres a hijos durante generaciones. En pueblos próximos a las Sierras del Madero y del Almuerzo, se encuentran entre la maleza una serie de piedras que dieron vida a leyendas como "La Mesa de los 7 Infantes" y "La Peña el Mirón"; son historias muy interesantes pues en ocasiones esconden "hallazgos importantes" que no saben explicar con la ciencia y recurren a la mitología, dejándonos un rico patrimonio inmaterial dispuesto a ser estudiado.

En Calahorra (La Rioja) había una leyenda que merece la pena conocer por los resultados tan positivos que aportó a las investigaciones, es la del "El molino de Sansón". Son relatos que aparecen en una zona tan extensa como las de las canteras. Recogemos para finalizar esta de Fray Martín Sarmiento de una comarca suiza:

"Los paisanos de Soyons y Charles, aldeas de Valence (Suiza), aún están más infatuados de que son huesos de Gigantes los que descubren allá pues, hallándose en aquellos parajes ruedas de molino naturales, y con su agujero, es tradición vulgar, que aquellas piedras habían servido de adorno, y rodete a los husos, con que hilaban las mujeres de los Gigantes".

Puede consultarse aquí:
FEIJOO MARTÍN SARMIENTO, B. J. Demostración apologética del teatro crítico-universal. Ed. Viuda de Francisco del Hierro 1732, p 157.



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