por Mariví del Río Carrascosa
¿De quién eres? fue la pregunta que más oí en el "día del trebagüés ausente". Hacía muchos años que nadie me preguntaba por mis orígenes de una manera tan directa y sincera.
"De la Ángeles de Pamplona", contestaba toda orgullosa, y... ¡maravilla! Rápidamente me abrazaban, me saludaban y me recordaban algo que ya tenía bastante olvidado: DE DÓNDE VENGO. Y os aseguro que fue una experiencia maravillosa, entrañable.
Es increíble que en un momento puedas recuperar tanta familia, tantos amigos que existen y que ignoras, tanta gente que te acoge... ya parece que fue ayer que te marchaste del pueblo a trabajar por esos mundos...
Vivo en un sitio donde no te saludan (si no los conoces), donde a nadie le preocupa cómo está tu gente. Donde las puertas de las casas están cerradas a cal y canto y donde si llamas no te abren.
Es un sitio bonito, la verdad es que me gusta mucho donde vivo, pero hasta este fin de semana no me he dado cuenta de lo que me pierdo. He descubierto que si vas por la calle buscando a alguien, rápidamente te ayudan. Buscaba a Vicente, buscaba a Nicolás... y, sin darme cuenta, iba con dos personas hablando como si nos conociésemos de toda la vida, y me acompañaban a casa de Nicolás, y YO ABRÍA LA PUERTA!!! y me recibía su madre, con una beso, y un pasa pasa hija, no te quedes en la puerta y me sentaba en su cocina charlando como dos viejas amigas!!! y bajaba su hijo y me saludaba con un par de besos...
Y no era por ser hija de "la Ángeles de Pamplona", era por su manera de ser, por su forma de abrirse a un desconocido.
Ahora, ya no diré que soy la hija "de la Ángeles de Pamplona", diré que soy un TREBAGÜÉS AUSENTE pero que ha tenido la gran suerte de ir a Trébago ó Trévago, como queráis, y también diré que mi casa está en el pueblo, en la casa del todos...
Gracias, mil veces gracias, por recordarme mis orígenes, y por hacerme sentir "TAN EN CASA".
Os mando esta pequeña reflexión como colaboración con la revista. No es un recuerdo de la historia de mamá, ni una recopilación de anécdotas de su juventud. Es como abrir una página de la historia, un poder decir que Trébago no es algo para recordar, sino que es para decir que Trébago está vivo, que puede calar en las personas, que nos puede mostrar que todavía hay gente desinteresada, gente que te recibe y que en un rincón soriano tenemos nuestra cuna, nuestro recuerdo de quiénes somos y quiénes hemos sido, y eso es algo que, me parece, está un poco olvidado.
Un beso a todos y, repito, un millón de gracias por todas las atenciones que tuvisteis. Ah!!! y mamá fue con 80 años y volvió con 35. ¿Será el agua de la fuente?
[anterior]
[sumario]
[siguiente]
|