por Alfonso García Bermejo, cura párroco
San Blas | |
Es de todos conocido el refrán castizo: "Por San Blas la cigüeña verás, y si no la vieres mal año esperes"; o ese otro que dice: "Por San Blas una hora más".
Es grande y de muy antigua tradición el culto a este santo en nuestro pueblo, cuya fiesta se celebra el día 3 de febrero, ya que como consta en los archivos parroquiales se fundó una cofradía en su honor, a la par de otras dos, una en honor del Santísimo Sacramento y otra en honor de San Roque.
"En el nombre de Dios y de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero y de la bienaventurada siempre Virgen María y a honra y reverencia del bienaventurado San Blas al cual tomamos por abogado nuestro en la corte celestial, a los cuales rogamos que esta nuestra hermandad sea ordenada para el servicio de Dios y salvación de nuestras almas y acrecentamiento de nuestras vidas".
Así empiezan las constituciones de la santa cofradía de San Blas del lugar de Trébago, según documento fechado en 1730, que a su vez hace referencia al "Libro viejo" en que fueron aprobadas por el obispo de Tarazona, ignoramos en que fecha. Algunos puntos significativos de las mismas rezan así:
"Ordenamos que el día del Señor San Blas y el domingo último de agosto se diga la misa cantada con ministros y por cada una se le dará de limosna al vicario tres reales y a cada uno de los ministros dos y así mismo ordenamos que para el domingo último de agosto tenga el procurador obligación de buscar predicador a costa de la cofradía y a buscar confesores dándoles de comer y la limosna acostumbrada".
Y también: "Por cada hermano que finase seamos obligados a decir una misa".
"El Capillo" | |
Era costumbre que la cofradía se reuniese siempre el día de San Lorenzo, diácono y mártir, hasta que en el cabildo que se celebró el 10 de agosto de 1739 se determinó "que por cuanto el dicho día en que se ha acostumbrado siempre juntar el cabildo para tratar lo conveniente a esta cofradía es ocupado por los cofrades por razón de la siega y trilla, de aquí en adelante seamos todos obligados a celebrar el cabildo que se acostumbra el día de Santiago Apóstol en cuyo día se junta la cofradía de San Roque para tratar lo que conviniere".
El culto a San Blas, obispo y mártir, testimoniado en Roma en el siglo X, se desarrollará sobre todo en los siglos sucesivos (XI, XII). La memoria de este santo quiere recordarnos a la Iglesia gloriosa de Armenia, de la cual el obispo de Sebaste es el único testimonio en la liturgia romana.
Las noticias históricas son muy escasas porque la leyenda ha enriquecido esta biografía con muchos relatos prodigiosos, que han contribuido a hacer a este santo uno de los más populares de la Edad Media, cuyo culto se ha visto incrementado sobre todo por la difusión de sus reliquias. En la iglesia de Trébago conservamos una de ellas en un precioso relicario en el que también se encuentra una astillita del "Lignum Crucis" (Cruz de Cristo) y huesos de otros santos mártires; el platero que lo fabricó es Francisco García. De él sabemos que era vecino de Soria, casado con Catalina Sanz y que tuvo dos hijos, Águeda y José García que continuó el oficio de su padre. Al morir Francisco García su mujer contrae nuevo matrimonio con el platero Matías Bayona.
Relicario | |
Francisco trabajó en diversos puntos de la provincia en los últimos años del siglo XVI y principios del siguiente.
En 1608 contrata un cáliz y una custodia para la iglesia de Fuentestrún; y el 8 de junio de 1616 recibe doscientos reales de unos vecinos de Trébago como parte de pago de una custodia, una copa y un relicario que hizo para la iglesia del mismo lugar.
Retornando a la vida de San Blas, se cuenta, que durante la persecución de Licinio (siglo III), el gobernador de Capadocia (Agrícola) hizo apresar al santo obispo en la gruta que le servía de domicilio fuera de Sabaste, donde las mismas bestias feroces acudían para que las curase. Fue a verlo una madre a la prisión y le rogó que auxiliase a su hijo, que se estaba asfixiando a causa de una espina de pescado que se le había atravesado en la garganta. El santo lo curó con una señal de la cruz y una oración.
La condena a la decapitación, en 316, coronó el martirio de este santo, cuya veneración, común a Oriente y Occidente, confirma que antiguas tradiciones se hallan en el origen de su culto, alimentado por la fama de los milagros.
La costumbre de ofrecer una vela en recuerdo suyo, solicitada por el mismo santo a una madre que le había atendido en la prisión llevándole comida y una candela, tiene, en el contexto de la fiesta de la Candelaria, celebrada el día 2 de febrero, el significado preeminente de invocar a San Blas como uno de los "santos auxiliadores", especialmente contra el dolor de la garganta y bendecir los alimentos que porten los fieles.
Es así como comienza en nuestro pueblo ese mes del que se dice, "Febrero el revoltoso no pasó de veintiocho, si treinta tuviera, nadie con él pudiera"; o ese otro que dice, "Febrero, un rato al brasero y otros al humero"
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