por Manuel Carrascosa Sáinz
Después de transcurridos 65 años, durante los cuales crecí, estudié y trabajé en la Argentina y también formé una familia, tuve la oportunidad de volver a Trébago, en el año 1994, por segunda vez en mi vida. Los recuerdos de la primera visita los he relatado en una nota que apareció en el número 12 de la revista La Voz de Trébago, y en esa oportunidad yo tenía 6 años.
Tuve pues en esta segunda vez la enorme alegría de encontrarme con mi primo Pepe (José Lázaro Carrascosa), con el cual siempre mantuve una correspondencia familiar que me ponía al tanto de las novedades que se producían en el pueblo; aunque no fue ésta la única fuente de noticias que recibía de Trébago, ya que he mantenido correspondencia, luego de la muerte de mi padre, con toda la familia, primero los tíos, luego los primos, y en especial con Santiago (hermano de Pepe), del cual he recibido una copiosa e invaluable información, relacionada no sólo con el pueblo y sus costumbres, sino también muchos escritos relacionados con estudios arqueológicos, históricos y lingüísticos, alguno de los cuales a esta fecha ya se han publicando en la revista La Voz de Trébago. Por supuesto los he leído a todos con mucho gusto e incluso muchos los he vuelto a releer.
Pues bien, Pepe, el 16/06/94, nos vino a buscar (a mi esposa y a mí) a Matalebreras donde nos había dejado el bus y nos llevó a su casa en Trébago, sobre la calle Real, en donde nos hospedamos, gracias a su generosidad y se convirtió de ahí en más, en nuestro guía, llevándonos a cuantos lugares se pudo ir en los pocos días que permanecimos allí. Tampoco puedo olvidar mencionar la sabrosa comida con que nos obsequió Concha, esposa de Pepe, que nos agasajó con sabrosos platos, entre los cuales recuerdo especialmente uno a base de habas cultivadas por Pepe en su huerta. Por supuesto tuve el placer de probar el jamón y los chorizos, que guardaba Pepe en su alacena.
¿Qué puedo decir de las primeras impresiones que tuve al llegar al pueblo?. Me emocionó y me sorprendió lo agradable y bonito que lo encontré. La carretera asfaltada pasaba por la calle Real y todo era de una paz y tranquilidad que atrapaba.
Simplemente he revivido con emoción lo que ya conocía por fotografías, pero real y mejorado, sobre todo por la intervención de Pepe, quién nos relató la historia, antecedentes, anécdotas, episodios y detalles de las mejoras realizadas en el pueblo y en todo el ámbito del municipio, no sólo por su intervención sino porque supo siempre convocar a los vecinos a participar en obras de bien común.
Encontré un pueblo acogedor y limpio, con todos los adelantos modernos (agua corriente, luz, teléfono, eliminación de aguas servidas, gas, calefacción, etc.), con todo el aspecto antiguo que reflejaban las fotos que conservo de mi padre; me refiero al estilo de las viviendas. Un detalle que quiero recalcar es la existencia de unos contenedores donde se recogen los distintos tipos de basura, clasificados en papeles y cartones, vidrios y plásticos, que por supuesto será una costumbre usual allí, que lamentablemente aquí en la Argentina no se conoce. También vi casas centenarias, adaptadas a las condiciones modernas de vida y otras, refaccionadas, modificadas y dotadas de las mejores comodidades, pertenecientes a descendientes de trebagueños (tal vez) y utilizadas como residencias veraniegas para escapar del agobiante calor de la ciudad, ya que me doy cuenta de que cuando alguno de mis tíos decían que para el verano se iban a Trébago, era porque allí gozarían de un tiempo fresco, repondrían energías y tendrían un descanso inigualable. También encontré casas en ruinas, abandonadas por sus propietarios o herederos, que desmerecen a este hermoso lugar. La Asociación de Amigos de Trébago está ocupándose de este problema. Una vivienda en especial que tuve oportunidad de visitar es la que perteneció a mis abuelos, lindante con la casa de Pepe y remozada por Luz Lázaro Carrascosa. Por supuesto, nada que ver con mis vagos y lejanos recuerdos de dicha vivienda.
¿Que vi en esta segunda visita, además de las mejoras normales que tiene el pueblo, como si fuera una ciudad moderna?
Bueno, haré a continuación una lista de alguno de los lugares que visité, con un pequeño comentario, a imitación de una breve guía turística, por supuesto incompleta, pues quedaron lamentablemente por falta de tiempo muchísimos lugares sin visitar.
La fuente del pueblo: famosa y también para mí familiar, por fotos de mi padre, con su leyenda tallada en la piedra. Punto de reunión fundamental en la vida del pueblo, con miles de anécdotas e historias en su haber. Hay un buen artículo sobre ella en la revista nº 2 de La Voz de Trébago, por eso omito otros comentarios.
La Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción o de la Virgen del Manzano: de estilo gótico, bella, pequeña y acogedora, y de la cual hay varias notas en la Revista (nº 3 y 6). Para poder visitarla tuvimos que ir a pedir la llave a una vecina que la tenía en custodia. En ella pude ver la piedra que oficia de pila bautismal que podría ser de origen visigodo (ver revista nº 6). Las escaleras externas, de acceso a la iglesia, fueron reacondicionadas durante el tiempo en que Pepe fue alcalde (creo que por 10 años). Es también interesante su campanario, construido mucho tiempo después de la iglesia.
Torreón o atalaya árabe: descripta minuciosamente en la revista nº 6, y perfectamente conservada. Es el elemento sobresaliente y distintivo por excelencia de Trébago. La última restauración, en la que se recogieron todas las piedras de la fachada para mejorarla y evitar desprendimientos, fue como consecuencia del arreglo del tejado de la Iglesia y de paso, al estar junto y estar la Sacristía en sus bajos, se arregló también el Torreón.
Viejo cementerio y nuevo cementerio: el viejo cementerio se halla a un costado de la iglesia y actualmente es una plazuela arbolada. El nuevo cementerio, cuya historia se relata en la revista nº 7, contiene los restos que del antiguo pudieron recuperarse y en él pude ver las tumbas de algunos parientes queridos.
Panadería: Cuando estuve de visita, todavía funcionaba, aunque hoy ya no, por haberse jubilado el panadero. Su historia se relata en la revista nº 4.
La Ermita de la Virgen del Rió Manzano: está bien conservada, me resultó muy hermosa, aunque lamentablemente, debido a algunos saqueos que se han producido, han desaparecido tallas de madera, posiblemente por codicia o para servir de adorno a algún coleccionista. Ver revista nº 4.
La fuente de la ermita: construida a instancias de Pepe, se encuentra frente a la ermita. Trae agua de un manantial cercano y en el momento que la vi, por no haber habido lluvias en meses anteriores, estaba seca. Su propósito es suministrar agua a los visitantes sedientos que van a la ermita.
La fuente Valmayor: fue una gran emoción ver y tocar las obras de embellecimiento que realizaron el padre de Pepe (Nicolás Lázaro Jiménez) y mi padre (Manuel Carrascosa Lázaro), en el año 1929. Fue una pena que no tuviera agua por el motivo indicado anteriormente y sobre todo lamento no haber podido beber de ella y haberla podido saborear. Cerca estaban los fogones construidos a instancia de Pepe, para los que quisieran hacer una merienda, aunque entiendo que actualmente han sido retirados para evitar el peligro que podría representar una chispa que pudiera encender fuego a los bosques que la rodean. Sus aguas fueron entubadas para suministrar agua corriente al pueblo. Creo que también han sido entubadas otras fuentes con este mismo propósito.
El Museo Etnográfico: Es una obra maestra de paciencia y constancia, realizada por Pepe a lo largo de muchos años. Se encuentra cruzando la calle Real, frente a la casa de Pepe, en lo que era la huerta en la que solía cultivar legumbres y frutas. El museo se encuentra en un gran galpón que originalmente fue destinado a la cría de cerdos y acondicionado con el propósito de servir de muestra a una gran cantidad de objetos, útiles, herramientas, enseres de labranza, muebles, etc. Refleja cómo el ingenio del hombre supo con habilidad afrontar los desafíos para sobrevivir en esa vida dura y difícil de nuestros padres, abuelos y bisabuelos. No puedo dejar de mencionar un mueble, que vi, hecho por mi padre, aficionado a la carpintería, destinado en su origen para sentarse al lado del hogar y comer al abrigo del calor del fuego. También quiero comentar que, en esa oportunidad, Pepe me obsequió un gramil, fabricado por mi padre, útil de carpintería necesario para esas labores, que conservo con grato recuerdo en mi poder. Asimismo en la casa de Pepe se encuentran piedras con tallas celtíberas recuperadas por él y su hermano Santiago en sus muchas expediciones de arqueología e investigación.
El Revedado y bosques de pinos aledaños: son paseos hermosos y vivificantes, que a hora temprana realizamos con Pepe. Los bosques de pinos se han incrementado gracias a la constante labor de Pepe durante su función de alcalde y a los vecinos dispuestos a colaborar. Actualmente la Asociación también trata de poner árboles, siguiendo, sin duda, ese afán de Pepe por la repoblación forestal. En esos lugares me mostró Pepe la piedra de los tres obispos, que marca el punto de conjunción de las tres respectivas jurisdicciones. También tuve oportunidad de ver numerosas piedras con inscripciones labradas en ellas, algunas originales y otras realizadas por Pepe que indican lugares y episodios, que naturalmente sólo se pueden interpretar por algún experto.
El Juncar y su fuente: se encuentra en el camino a Trébago, poco antes de llegar a él. En dicho lugar crecen abundantes chopos y a un costado, hacia el lado del camino hay una oculta fuente que nos mostró Pepe. Dicha fuente fue acondicionada por él y en la piedra talló la siguiente inscripción: METACIPÚ. Esta palabra es el acróstico del siguiente verso, del cual es autor:
Muchos la sed saciarán
En esta tranquila fuente
Tranquilos reposarán
Antes de leer mi frente
Cuántos al leer mi nombre
Impacientes pensarán
Por qué no debí llamarme
Únicamente Juncar
Las Peñas de la Dehesa: uno de los tantos hermosos lugares para visitar, del cual conservo fotos, pero lamentablemente si me dejan sólo no sabría cómo llegar a ellas, pero pronto aprendería.
Puente sobre el Río Manzano: a muy corta distancia, de muy antigua construcción, con un banco para descansar y disfrutar del corto paseo. Lástima que el río estaba seco.
El Cubizaño: creación de Pepe y cuya historia ha sido relatada en la revista nº 6. En él tuve la suerte de mantener una grata reunión con Pepe y algunos vecinos a la que gustosamente concurrieron y saqué algunas fotos, que adjunto a esta nota. No recuerdo los nombres de los vecinos, pero es seguro que se reconocerán en las fotos y de esta manera compenso la deuda que tenía con ellos por no haberles mandado una copia. Lo más grato fue la charla amenizada con anécdotas e historias, y alguna copa de vino. Por supuesto que Pepe, en dicha charla, no dejó de hacer un comentario ajustado y con humor de alguna circunstancia relacionada con el tema en cuestión. ¿Cómo y cuándo podré repetirla ... ?
También hay que agregar que tomando como base a Trébago pude realizar excursiones a lugares cercanos, con duración de un día, a los cuales nos llevó Pepe, entre ellos:
Monasterio de Teruel: de estilo gótico, hermoso y para pasarse todo un día apreciándolo.
Matalebreras: pueblo muy cerca de Trébago, sobre una importante vía de comunicación y con una posada que sirve una comida muy buena (basta con decir que ahí paran muchos camioneros) y en la cual tuvimos oportunidad de reunirnos un par de veces, el matrimonio Pepe, el matrimonio Santiago, Berta (hija de Pepe) y nosotros, en torno a una mesa con no sólo buena comida sino con amena conversación y anécdotas salpicadas con la gracia con que las sabía contar Pepe.
Pueblo de San Pedro Manrique: el cual se conserva la tradición, en que en la noche de San Juan, 23 al 24 de junio, la noche más corta del año, los mozos lugareños caminan descalzos sobre un colchón de brasas. Esta ceremonia se realiza anualmente y en ella solamente participa la gente de ese lugar, pues parece que tienen una especial vocación o fe o aptitud, para hacerlo. Hay un anfiteatro, desde el cual se puede observar dicha ceremonia. No tuve oportunidad de verla, pero no dudo que será un espectáculo emocionante, al que concurre mucha gente. Por supuesto al llegar a ese lugar, Pepe se encontró con gente conocida, que lo saludó y nos alentó a proseguir la visita.
Brontosaurio: en el camino a El Villar del Río se aprecia una monumental figura de un brontosaurio, que nos recuerda quiénes fueron los primeros habitantes de estos lugares.
Como bien dice el refrán, no hay dos sin tres, y espero que se cumpla, pues con mucho placer volvería a Trébago para disfrutar de su belleza y tranquilidad.
Esta remembranza quiero dedicársela a la memoria de mi primo José Lázaro Carrascosa, fallecido el 17 del corriente mes de abril de 2002, por toda la energía y empeño que puso en mejorar y conservar los lugares y las tradiciones de un hermoso pueblo castellano y cuya trayectoria de vida fue un ejemplo de dedicación al prójimo y al trabajo. Tampoco puedo dejar de mencionar los bellos y muchos versos que escribió con tanto sentimiento y cariño, dedicados a la vida, a costumbres y a lugares del pueblo, y que no dudo que alguien, en su momento, recopilará y editará para placer de quienes apreciamos y recordamos a nuestra tierra de origen.
Abril de 2002
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