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La despoblación de Trébago: fenómeno de progreso



por Pedro Barranco (hijo del pueblo)


Trébago, poblado celtibérico (según restos arqueológicos encontrados), enclavado entre Ágreda y Soria, y rodeado de bosques de pinos y robles, tiene unas raíces históricas que le permiten mantenerse vivo a pesar de la despoblación surgida como consecuencia de que en España la industria comienza a florecer, y el país va saliendo del subdesarrollo en que se encontraba, a la par que la presión internacional va descendiendo a medida que las condiciones sociopolíticas van siendo más favorables.

La dureza de las condiciones de vida, allá por los años 30, aún cuando la leña abundante permite caldear el crudo invierno, hizo que hubiese una emigración importante de muchos de nuestros familiares nacidos en este pequeño pueblo soriano de grandes tradiciones y ritos ancestrales, en el que se sigue bailando en su fiesta a la Virgen del Río Manzano, principalmente a países de Latinoamérica, como México, Argentina y Chile, donde esperaban permitiesen salir de dificultades económicas, y tener una calidad de vida, que en este su pueblo donde todo había que hacerlo a mano, y las tierras dado el elevado número de hijos que tenían las familias en aquellos tiempos eran cada vez más reducidas, con los cual todavía se hacían más difíciles las posibilidades de subsistencia. Algunos es cierto que lo han conseguido, y con su valiosa aportación Trébago ha mejorado. La avenida de los mexicanos lo indica.


Trébago Si bien es cierto que la competitividad era bastante menor que la actual al existir un consumo más escaso, y carecer incluso de los electrodomésticos que hoy día consideramos incluso imprescindibles en las clases más humildes; había que tener al menos lo esencial para vivir, unas cabras u ovejas, muy pocas por cierto, para obtener leche y queso para la manutención diaria, (aun recuerdo de crío el potente sonido del cuerno del cabrero), unas gallinas y conejos que suministraban los huevos y la carne que podíamos comer y unos cerdos para la matanza, y también para obtener algún dinerillo para ir tirando. Las tierras les proporcionaban alimento para los animales y también para las personas; cebada, trigo, centeno, girasol, patatas, lentejas, miel, lechugas, cebollas, tomates, verduras, nueces, manzanas, etc., que aunque los huertos eran reducidos te permitían al menos sacar para la familia, y para poderle ofrecer los frutos del trabajo a la Virgen del Río Manzano, patrona y protectora del pueblo.

Al invento de la segadora, y posteriormente la trilladora y la cosechadora junto al tractor, que deja atrás los machos y los carros que hacían algo penosa la vida rural, la mano de obra va haciéndose menos imprescindible y las condiciones de vida más dignas.

Pero los cántaros, de tanto llevarlos a la fuente, alguna vez se rompen, y el agua hace unos 30 años que discurre directamente por las calles a disposición de cada casa y de todo vecino, y las condiciones higiénico-sanitarias son más satisfactorias en el pueblo.

Ahora, cuando nos llega la parcelación que podía haberse hecho muchos años antes si hubiese existido en el pueblo mayor concienciación social y mentalidad de progreso, Trébago ve reducida su población aproximadamente a la cuarta parte de los años 30, pasando de 400 habitantes a 78 censados, pero los que quedan, y seguirán quedando, viven no sólo con más calidad de vida sino también con más holgura económica, fruto del fenómeno del progreso de finales del siglo XX.

Trébago no tiene nada que temer por su futuro; hasta la torre árabe de la iglesia ha sido restaurada e iluminada, y aun cuando no hay niños en las escuelas, el elegante salón social que se inauguró el año pasado es un lugar de reunión elogiado hasta por los pueblos vecinos. Así lo plasmaríamos imitando a Machado:

En la estoica meseta castellana,
fértil comarca de Ágreda;
entre cerros y valles cultivados,
el sol en Trébago lucirá mañana.

La Asociación de Amigos de Trébago no decae en su empeño, no sólo de engrandecer sus fiestas, sino que el pueblo de “los tres vagos” sigue trajinando en sus afanes diarios y en hacerlo más bello y habitable a pesar de la despoblación, a veces inevitable, para vecinos, veraneantes y visitantes.

¡ADELANTE TRÉBAGO!


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