por María García Cascante y Mª Luz Tutor Paramio
El pasado sábado día 25 de agosto de 2012, como todos los años, la Asociación de Amigos de Trébago organizó la excursión de la temporada estival. Este año se decidió ir a Tarazona y a Veruela y así, la única mañana fresquita de todo el verano, un grupo "familiar" del pueblo partimos en mini bus a las 9'30 horas camino de Tarazona.
Como el trayecto era corto, a la "organizanta", Estela Córdoba, no le dio tiempo a amenizarnos el despertar con sus cánticos y chistes habituales... Pasadas las 10 de la mañana llegamos a nuestro destino. Aunque por todos los excursionistas la ciudad de Tarazona es sobradamente conocida, ninguno sabía su historia y la convivencia que allí hubo de tres culturas, judíos, cristianos y musulmanes, y para ello tuvimos la compañía de una guía durante una hora y media.
Empezamos el recorrido en el puente sobre el río Queiles situado junto a la plaza principal de Tarazona, desde donde se divisa la ciudad y su ubicación en una ladera. Tarazona capital de comarca tiene una población cercana a los 11.000 habitantes. Su gentilicio, turiasonenses, deriva del nombre de la ciudad en época romana, Turiaso.
Tarazona se convirtió en lugar estratégico como límite de tres grandes reinos: Aragón, Castilla y Navarra. Aunque ahora las relaciones son buenas, no siempre fue así y las batallas como la de los "dos Pedros" dejaron huellas en la ciudad en forma de castillos y fortalezas que han perdurado hasta nuestros días.
Durante nuestro recorrido pudimos observar el paso de los judíos por esta villa con sus calles estrechas fuera de los muros. Éstos más interesados en el comercio que en la vida política y religiosa. Intramuros se encuentra el palacio episcopal y la iglesia de "La Magdalena" con restos mudéjares prueba del paso de los moros por estas tierras.
Como construcciones curiosas destacamos el ayuntamiento y la plaza de toros vieja. El ayuntamiento fue la antigua lonja o mercado y ha sufrido varias reformas en su fachada, la última fue aumentar una tercera planta que es copia del claustro del monasterio de Veruela.
La plaza de toros vieja, para empezar, no es redonda sino octogonal y eso es así porque los ocho nobles o personas más influyentes de la villa acordaron construir viviendas con una especie de balconcillo que se alquilaba para disfrutar de los festejos y así sacar provecho. En la actualidad son apartamentos de 45 metros cuadrados y la plaza se destina a actos culturales como conciertos.
Después del tour por la ciudad, que recomendamos y que fue bastante amplio, llegamos a la joya de la excursión, la Catedral de Santa María de la Huerta. Declarada Bien de Interés Cultural en 2002, ha permanecido cerrada totalmente desde 1992 y reabierta el pasado 16 de abril de 2011.
De la compleja y dilatada restauración del templo durante casi 30 años se ha descubierto el porqué de tan peculiar ubicación ya que tras la reconquista de la ciudad a los musulmanes en 1119 comenzaron las obras de la primera catedral y se erigió fuera de las murallas de la ciudad en la huerta de la población, algo no habitual. Con el hallazgo de una necrópolis romana datada del siglo IV bajo el suelo de la catedral, se confirman los orígenes del cristianismo en la ciudad. El trabajo de chinos que se ha realizado durante todo este tiempo para volver a reconstruir la catedral a imagen y semejanza de cómo estaba siglos atrás ha sacado a la luz numerosas obras de arte y restos arqueológicos.
Todavía quedan varias capillas y dependencias por restaurar, en torno al 40 %, así que para dentro de unos años podemos repetir la excursión aunque ya se aprecian las maravillas de este monumento único en Europa.
Tras la visita, y antes de partir al restaurante, disfrutamos de un vermut en las calles concurridas de Tarazona, que se estaban preparando para el comienzo de las fiestas del Cipotegato.
A las 14'30 horas ya estábamos en el restaurante Molino de Berola a 150 metros del monasterio de Veruela. La comida resultó estupenda, con un menú elegido de antemano por cada comensal. Como teníamos suficiente tiempo y estábamos muy cerca, casi la totalidad de los 23 excursionistas fuimos dando un paseo hasta el monasterio y gracias a ello tuvimos la suerte de probar las primeras moras de la temporada.
El monasterio fue fundado por la orden Cisterciense en el siglo XII. Los monjes encontraron entre los frondosos bosques del Moncayo, el silencio y la soledad que su regla monástica exigía. A lo largo de ocho siglos vivió múltiples transformaciones, hasta que tras la desamortización de Mendizábal en 1835 fue abandonado. Una junta de conservación formada por gentes de Borja y Tarazona impidió su ruina y crearon una hospedería aprovechando las celdas de los monjes. La gran popularidad de este monasterio se debe a que durante la segunda mitad del siglo XIX se alojaron en este lugar tanto la alta sociedad como ilustres personajes. Los hermanos Bécquer y en especial Gustavo Adolfo encontraron en Veruela un lugar romántico por excelencia que inspiró muchos pasajes de sus obras, en especial Cartas desde mi celda, y dicho poeta ha otorgado a Veruela la universalidad de la que hoy disfruta.
Para finalizar la excursión visitamos el museo del vino de la D.O. Campo de Borja, situado junto a los jardines del monasterio. Hubo quien compró alguna botella ya que nos faltó tiempo para una degustación porque a las siete de la tarde teníamos una cita en Trévago con una demostración de repique de campanas.
Para las "jóvenes" y redactoras de este artículo nos encantó la experiencia y repetiremos al año que viene en la décima o undécima edición de la excursión de la Asociación amigos de Trébago.
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