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Campanas de Trébago



por Alfonso García Bermejo. Cura-Párroco

"Campanero dulce amigo,
enséñame a repicar,
quiero ser también testigo
de cómo saben cantar
y cómo lloran a veces,
las campanas al tocar".


El silencio cubre muchos valles, muchos pueblos, demasiados lugares de la provincia de Soria. Y creemos, a veces, que ese silencio, señal de abandono, no puede ser roto nunca más.

Sin embargo están las campanas. Y no sólo las campanas como objeto sonoro -que también lo son-, y no sólo las campanas como elemento de comunicación -que también lo fueron- sino las campanas como documento, como instrumento, como voz siempre viva.

Hay que subir, descolgarse, navegar a veces entre montones de excrementos de palomas, para descubrir tantos tesoros, tantas voces del pasado.

Sí, voces múltiples y complejas. Porque las campanas hablan con su sonido, claro, y con sus toques, cuando aún existe la posibilidad, cada vez más remota, de encontrar campaneros que sepan, puedan y quieran tocar.

Pero las campanas hablan muchos otros lenguajes que hay que descifrar, comprender y compartir.

Las campanas hablan con su voz. No en vano las campanas, bien conservadas, son la única voz que se transmite intacta, a lo largo de los siglos.

Pero las campanas hablan, también, con sus textos y sus decoraciones. ¡Cuánta información nos transmiten las campanas antiguas, con sus invocaciones, sus oraciones, la firma de sus autores, el año, los grabados, las cruces!

Las campanas también hablan con su instalación; nos referimos a esos complicados, delicados y decorados yugos o "melenas" que no solamente complementan y determinan la sonoridad y el ritmo de la campana, que también la aíslan de la fábrica de las torres, para aumentar la pureza de su sonido. Estos son hermosos y dignos de la mayor protección.

En nuestro pueblo de Trébago, y parroquia de la Asunción de Nuestra Señora., tenemos cuatro campanas.

La más grande y antigua, que pesa 387 Kg., está dedicada a "Jesús, María y José"; en ella podemos leer bajo una cruz grabada las siguientes palabras "Ballesteros me hizo año de 1863".

Ésta es una de las familias con más antigüedad y de la que más ejemplares conservamos en la provincia de Soria. Varias generaciones recorrieron toda la geografía soriana de norte a sur con casi cerca de sesenta piezas.

El fundidor de la campana "María" es Manuel Ballesteros, con taller en Meruelo (Santander), siendo el momento más fecundo hacia 1886.

La siguiente, de 303 Kg., nos muestra la efigie de santa Bárbara, protectora de las tormentas, y una inscripción "Santa Bárbara ora pro nobis. Me fundieron en 1889".

Parece ser que fue realizada por Ramón Menezo, nacido en Meruelo (Cantabria) en 1868 y murió a los 63 años, continuando su labor su hijo Ramón Menezo Pellón.

En la misma espadaña, y rematando, tenemos el campanillo, de pequeñas dimensiones, que sonaba anunciando el fallecimiento de un niño (toque de infante o de gloria), y el bautizo de los neonatos.

Y finalmente tenemos la campana que se destinó para toque de reloj de la torre; en ella podemos leer "Con mi voz alabo a mi Dios"; está grabada la figura de San José y el nombre del fundidor, "Benito Perea - Logroño", también podemos observar bajo unos racimos encadenados la siguiente leyenda: "Esta se hizo siendo cura D. Félix Gil y alcalde Santiago Córdoba. 1943".

Benito Perea, descendiente de una saga de fundidores, tenía el taller en Logroño; sus hijos conservaron el nombre del padre en posteriores fundiciones.

Entre los fundidores que trabajaron en la provincia de Soria hemos de citar también a la familia Güemes Corral.

Los Güemes son descendientes de una familia de campaneros de Cantabria que se inicia en pleno siglo XVI; en ella figuran los nombres de Pedro, nacido en Arnuedo, y luego de Marcelino, Paulino y Narciso.

El más notorio de todos ellos fue Narciso, nacido en Bareyo, partido judicial de Santoña (Cantabria) en 1864. Se casó en Trébago con María Carrascosa García, emparentando así con la familia de Pablo del Campo.

Solía utilizar la inscripción "Güemes me hizo", además de las imágenes de la Virgen María y de Santa Bárbara.

Instaló un horno en Trébago en el paraje de la Carrasquilla y allí se fundieron en 1888 una campana y un campanillo para Jaray o Cardejón; fundió las campanas de Magaña, Calatañazor, Cigudosa, Noviercas y Fuentestrún, refundidas hace unos 50 ó 60 años.

Se trasladaron después a Zaragoza, donde María trabajaba como maestra nacional.

Algunas de las noticias de Benito Lucas "Memorias de mi vida" que han sido recogidas en "La Voz de Trébago" Nº 15, diciembre de 2001, no corresponden a fundiciones de Güemes, sino a la que en el año 1895 realizaron Menezo y Hnos. para Valdegeña, Las Cuevas y Abión, y unos años antes para el mismo Trébago, ya que las otras se han perdido al haberse refundido; también cabe la posibilidad, más remota en este caso, de que trabajaran asociados Güemes y Menezo en un mismo horno; así consta en el libro "Campanas de la provincia de Soria, de José Ignacio Palacios".

Espero, querido lector que el conocimiento de nuestras campanas dé como resultado, -no puede ser de otra manera-, que toquen, que sigan tocando, transmitiendo las voces, la música, los ritmos, las frases y los tiempos pasados que también son presente y futuro, que son sobre todo patrimonio compartido.


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