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Volvió Doña Isi



por Berta Lázaro Martínez

El 22 de agosto del presente año Trébago recibió una visita muy especial. Isi Andrés Martínez, la maestra titular de la escuela unitaria de niños y niñas entre los años 1965 y 1970, volvió a estar entre nosotros en una jornada breve pero emocionante para todos. Recorrió de nuevo las calles de Trébago, visitó la escuela, la iglesia, la fuente, los rincones del pueblo, que recordaba a la perfección. En las horas que compartimos pudo saludar a los viandantes, charlar con viejos conocidos reunidos en el bar y llamar a algunas puertas para descubrir rostros de gente gratamente sorprendida que rápidamente ofrecía una sonrisa llena de afecto y reconocimiento. Su presencia reunió en la sobremesa a un puñado de amigos, antiguos alumnos la mayoría, que disfrutamos con sus palabras cargadas de cariño y buenos recuerdos. Pero dejemos que ella nos cuente...

Han pasado 37 años y veo a Trébago muy cambiado, mejorado, mejor dicho transformado para bien; por contraste yo vengo cargada de recuerdos de entonces, de aquella otra época, pero creo que ambas realidades debemos celebrarlas, pues no solamente son totalmente reconciliables, sino que forman los eslabones de la cadena que configura la historia de los pueblos. Saludos a todo el pueblo de Trébago y uno muy especial para mis alumnos, sin duda son los que más necesito ver -espero que lleven algo mío- y que ¡ojalá! les sirva y les sea útil en sus vidas. Me encantará reconocerlos e interesarme por cómo transcurren sus vidas.

Y antes de pasar adelante, un recuerdo afectuoso y profundo a todos los que nos dejaron y no se encuentran entre nosotros. Yo, que tuve el privilegio de conocer y disfrutar de la amistad de muchos de ellos, hoy ciertamente los echo mucho de menos.

Visi (mi patrona), Dámaso Cabrerizo, Pepe Lázaro Carrascosa y su esposa Conchita Martínez y muchos más nombres que podría añadir a la lista y que también están muy presentes en mi mente. Desde esa otra dimensión donde se encuentran estoy segura de que contemplan todo lo hecho y velarán por su pueblo y por todos nosotros. "Somos depositarios de la historia". Ningún otro pueblo ha sabido transcribir mejor y llevar a la práctica esta realidad que tanto nos dignifica. Yo formo parte de la historia de Trébago, mi estancia y convivencia durante más de cinco años me ha hecho acreedora de ello y tengo que deciros que me siento muy orgullosa.

Ahora se hace necesario hacer un ejercicio de memoria. Tomé posesión de mi plaza de maestra un 7 de septiembre de 1965, víspera de las fiestas patronales de este pueblo. Me acompañaron y recibieron autoridades, entre ellas recuerdo a Dámaso Cabrerizo, el secretario. Visitamos las escuelas que a partir de aquel curso reunían a niños y niñas en coeducación. Recuerdo la insistencia de la invitación para los festejos del día siguiente ¡cuánta generosidad! Comencé las clases el día 15 de septiembre como establecía el calendario escolar. Recuerdo con gratitud la hospitalidad con que me acogieron Piedad y Dámaso en su casa, puesto que Visi, mi patrona, estaba ausente por aquellos días, su hogar fue sin duda mi segundo hogar.

Mis lugares emblemáticos fueron: mi sede La Escuela, la casa de Visi, la casa de Piedad y el teleclub, que se creó por aquellos años. Allí disfrutábamos con los programas televisivos una y otra noche. Era sede social y lugar de encuentro para todos los vecinos y supuso en aquel momento un avance y un hito muy interesante en el devenir diario de un pueblo. Recuerdo las veladas en casa del alcalde, José Lázaro y Conchita incluidas las visitas del Inspector, D. Heliodoro Carpintero que se convertían en tertulias literarias con las últimas creaciones poéticas de Pepe que agradaban a todos. Y también mi frecuente presencia en la Iglesia, cuyo párroco era entonces D. Félix Gil.


Grupo de niños con ella en la puerta

En la fila superior: Lali Pérez, Doña Isi, Angelines Ruiz
y Nicolás Tutor. Los tres niños que hay a la izda.,
de aproximadamente la misma edad, son Carmelo Ruiz,
Félix Martínez y Fortu Ruiz. En el grupo central
Berta Lázaro, Olga Tutor, Isidro Domínguez,
Javi Delgado y Mª Carmen Bermejo.
A la derecha Rafa Bermejo, Manuel Ruiz,
Mari Flor Álamos y Arturo Martínez.

Me sentía vinculada a la vida del pueblo, Trébago, tanto en fiestas y celebraciones como en momentos luctuosos, que también los hubo. Pero hay algo que recuerdo hasta con gran pasión ¡la llegada del Carro de la Alegría!, en 1966. Fue un año lleno de actividades y actos culturales con los que el Ministerio de Información y Turismo obsequió a este pueblo, con la presencia de personajes del mundo del arte -actores como Rosita Yarza y José María Seoane, el guitarrista Segundo Pastor y su esposa, pintores y otros muchos cuyos nombres no recuerdo-. Fue algo más que un evento; el pueblo enteró disfrutó, colaboró y participó, sintiéndonos ciertamente privilegiados. Recuerdo que antes de la llegada inmediata del "Carro de la Alegría", aquella misma tarde, Pepe acudió a la escuela y sin modelo de ningún tipo dibujó en la pizarra a color un magnífico carro con su caballo y conductor ciertamente espléndidos (lo copié y lo conservé).


Una actividad escolar que recuerdo especialmente fue el teatro navideño del año 1969 que se representó en el tele-club como preámbulo a la Navidad. El tema era alusivo al Nacimiento, y los pequeños actores representaban escenas de época con el vestuario correspondiente. Hay que añadir los recitales poéticos de los más pequeños que emocionaron al público, el pueblo entero que acudió en pleno a los actos. Por cierto, que la actuación fue filmada en película de super ocho por Santiago Lázaro y yo pude verla más tarde en casa de Constan y Nicolás. Seguro que esa cinta no se ha extraviado y formará algún día parte de un archivo de recuerdos. Por suerte, yo también conservo algunas fotos que dan fe de ellos.



Isi Andrés en al sede de la Asociación
de Amigos de Trébago, al lado de su
mesa de trabajo
Mi estancia en ese periodo de tiempo mencionado fue indudablemente grata, la verdad. Mi profesión me proporcionó días felices y, por ello, inolvidables. Hoy tengo la oportunidad y recuerdo con orgullo que fui maestra de Trébago, que recibí mucho más de lo que yo pudiera dar: sus gentes hospitalarias, creativas e ilusionadas se proponían metas y proyectos ambiciosos. Vosotros habéis seguido su ejemplo, incluso superándolo. He tenido el placer de comprobar todas sus realidades in situ (aquéllas que ya había conocido a través de La Voz de Trébago aun siendo bellas no expresan toda su grandeza). Felicito y valoro vuestras inquietudes y trabajo, que han hecho realidad tantos sueños. Y reitero cómo me han sorprendido gratamente todas vuestras conquistas, no esperaba menos de un pueblo que siembra ilusión, que abre caminos, que atesora un gran capital humano con capacidades organizativas y creativas y que ha sabido rodearse de gentes válidas, colaboradoras e ingeniosas: ¡VIVA TREBAGO!




Las palabras de Doña Isi son una prueba indiscutible de generosidad y buenos sentimientos. Aunque cinco años no son un periodo de tiempo muy extenso la huella de su paso por Trébago es importante y nosotros también le estamos agradecidos. Como ella misma ha dicho, forma parte de nuestra historia, por derecho propio. Así lo reconocen en su memoria muchas generaciones de trebagüeses que la conocieron y compartieron con ella alegrías y penas, trabajo y ocio, afanes y fiesta, la vida, en definitiva. Y también me atrevo a decirle en nombre de todos esos niños y niñas que se asoman junto a ella a la puerta de la escuela en el año 1965 y que casi fueron los últimos que aprendieron a leer y a escribir entre esas cuatro paredes, que la experiencia de la escuela en Trébago, nuestro pueblo, fue grata, enriquecedora, única para cada uno de nosotros y por eso Doña Isi, nuestra maestra, siempre estará en nuestro corazón y será siempre acreedora de nuestro cariño.



TRÉBAGO

Último pueblo en el recorrido profesional por Soria y el más entrañable.

Sus gentes despiertas y hospitalarias, de antiguos arrieros y comerciantes, narraban con entusiasmo, en las frecuentes tertulias y celebraciones, las mil aventuras vividas por caminos y posadas, que me hacían recordar la similitud con las andanzas cervantinas de los caballeros andantes.

También la emigración, mayoritariamente a Méjico y sus frecuentes visitas de regreso, daban un cierto aire cosmopolita a aquel bucólico lugar.

Todo esto contribuía a que mi alumnado fuera plural y rico en capacidades y aspiraciones, y trabajara con ilusión, deseoso de conquistar el mundo.

(Fragmento de Memoria) Homenaje Jubilación
Sestao, 3-III-2003





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