por José Alcolea Martínez
Casi no puede calificarse de visita, pues duró algo más de media hora, eso sí, de una intensidad y sorpresa inolvidables.
Desde primeros de año, aprovechando el calendario laboral de SEAT-Martorell, donde trabajo, coincidiendo con el 1º de Mayo, más tres días de fiesta que disponía, planeamos con mi esposa hacer una visita a parientes y amigos de Soria, y visitar también Trébago. Hará un fresco soportable o un buen sol, pensamos.
30 de Abril, llegó la fecha del viaje. Salimos de Barcelona, conocíamos el pronóstico del tiempo, y éste se cumplió. Lluvia, viento, sol, frío... a media tarde llegamos a Matalebreras (al que considero casi mi pueblo), nos alojamos en el Hostal y, bien abrigados, salimos a visitar a algunos amigos, que con alguno de ellos hacía tiempo no nos veíamos. Al regresar al Hostal nevaba. Con mi esposa estuvimos un rato contemplando desde la ventana aquellos copos blancos que, en Barcelona, hace tiempo no hemos visto caer. Estábamos contentos con aquel espectáculo, pero al mismo tiempo contrariados, pues barruntamos que el frío y la lluvia continuarían.
1º de Mayo, por la misma ventana vimos al sol que se peleaba con el Moncayo por salir. Teníamos previsto acercarnos a Trébago, y así lo hicimos. Ya era mediodía, llamamos a la puerta de D. José Lázaro, nos recibió su esposa (estaban comiendo -perdónenos por venir a esta hora-), no, no es ninguna. molestia, nos contestó amablemente. Después de presentarnos, nos enseñó el patio anejo donde la familia tiene guardadas, perdón, expuestas las "piedras" que tanta historia expresan por sí mismas, y que muchas de ellas han sido recogidas por esta excelente persona que es Pepe; la visita a la casa museo la pospusimos. Pero quedamos sorprendidos por otro tesoro artístico que también cobija esta casa, los cuadros pintados por Iris, su hija, ¡¡qué maravilla!! Mi esposa se quedó atónita al contemplar el retrato del matrimonio que cuelga en el pasillo
La esposa, pendiente del esposo; amable, educada, cuidando de su vestir, su comer, su sueño, acompañada pero sin conversación. ÁNIMO, LA VIDA ES BELLA. Soy estudioso de la historia de la "Rinconada", Villa y Tierra de Ágreda. Estoy enfadado conmigo mismo por no haberles visitado hace algunos años, "hubiera aprendido tanto...". Hice una fotografía a este feliz matrimonio y abandonamos la casa. Caía una fina lluvia. Ya dentro del coche dimos una vuelta por el pueblo. El torreón, la fuente, el juego de pelota, el río Manzano, la balsa,... y retornando por delante de la puerta verde cogimos la carretera. Prestos, llegamos al Hostal para tomar el almuerzo.
Prometo que pronto volveré con más calma -y mejor tiempo-, para ver esos tres tesoros: FAMILIA - PINTURA - HISTORIA
Barcelona, mayo / junio 2001
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