por Juan Palomero Martínez
Todos los que participamos de las fiestas de Trébago, en agosto de 1997, tenemos un grato recuerdo de los buenos momentos pasados en ellas.
Sin embargo, sabemos que muchos trebagüeses, por distintos motivos, no pudieron estar. Pensando en ellos queremos hacer un
repaso de lo que fueron dichas fiestas, para dar a conocer una parte importante de la vida del pueblo, y con el deseo de que les sirva de acicate para intentar venir al pueblo en esas fechas y disfrutar de la alegría popular que se vive esos días.
En primer lugar hay que decir que, aunque en un principio las fiestas duran desde el viernes por la tarde, comenzando con el Baile de la Virgen, hasta el lunes siguiente, que se celebra la comida de hermandad de todo el pueblo (este año desde el día 15 hasta el 18), la verdad es que luego, en la práctica, empezaron el sábado día 9 con
el campeonato de frontenis que organizan los jóvenes.
Después, aunque no está incluido en el programa de fiestas, la Asociación de Amigos de Trébago organizó en los días 10 y 11 de agosto el III Rally fotográfico, con el lema de "Trébago, su entorno y sus gentes", lo que hizo que los numerosos participantes fueran recorriendo el pueblo y sus alrededores durante esos días. Lástima que el día 10 llovió todo lo que quiso e impidió que la gente
disfrutara todo lo que habría deseado.
Ya, dentro de las fiestas, el viernes día 15, en el frontón, a las 5 y media de la tarde, se celebró un Festival de Sevillanas, a cargo del Grupo Albero, de Logroño, que deleitó al numeroso público
asistente con su buen hacer.
Posteriormente, en la Iglesia parroquial de Trébago, se celebró el tradicional Baile de la Virgen, precedido de la ofrenda.
Según la tradición, dicho Baile lo realizan sólo los hombres, limitándose a los nacidos en Trébago. Sin embargo, hoy en día, dada la escasa población, se permite que bailen también los hijos de personas oriundas de Trébago, aunque dichos hijos no sean nacidos en el pueblo, y la edad se ha ido rebajando cada año, permitiendo el baile de los más jóvenes.
Es un baile emotivo, acompañado de la música de los gaiteros (en este caso, Gaiteros de Santa Bárbara, de Soria), y del que algún día nos gustaría publicar sus orígenes y significado. Animamos desde
aquí a los estudiosos a que investiguen sobre el tema, seguros de que su publicación servirá de deleite para todos los enamorados de la tradición.
A la salida del Baile de la Virgen, todo el pueblo, acompañados de la música de los gaiteros, visita los distintos "perolos", lugares de reunión de grupos de jóvenes, de mayores y de niños, también
llamados "peñas", y donde se sirve el típico "perolo" (vino con trozos de melocotón y un poco de azucar) en el caso de los mayores, y de "refresco" en el de los niños.
La gente hace la degustación y va comparando las distintas calidades, comparación que siempre suele terminar con la expresión de que "están todos buenos".
Por la noche, después de cenar, verbena en el "juego pelota", este año a cargo de la Orquesta Polígono, hasta altas horas de la madrugada. Los más animados, bailan. Los menos, ven cómo bailan los demás, y apagan la sed, bien en los perolos, bien en el Cubizaño. Y otros aprovechan para ir sorteando los peligros que conlleva el jugar las eliminatorias de los distintos juegos (mus, guiñote, etc.) que se organizan en las fiestas.
Al día siguiente, sábado, en la Iglesia de Trébago, se celebra la Misa hacia el medio día. A la salida, en el Ayuntamiento, la gente pudo observar la exposición de fotografías montada como consecuencia
del Rally fotográfico.
Y por la tarde se procede a la "recogida del trigo" y a la "recogida de pastas".
Como pueblo de agricultores, tradicionalmente, la "recogida del trigo" consistía en recoger trigo por las casas, como ofrenda a la Virgen, a la que se le entregaba. Posteriormente, la Virgen (sus "Mayordomos") lo vendía y obtenía así un dinero para su mantenimiento. Eran tiempos en los que todo el mundo guardaba el trigo en su
casa, en el granero, generalmente la parte alta de la casa, a donde lo subían en sacos, al hombro, después de haberlo segado, acarreado, trillado, aventado,... y mil veces sudado. Hoy en día, aunque se sigue hablando de "la recogida del trigo", la mayor parte de la gente suele entregar dinero en efectivo, ya que el trigo, en casa, ni lo ven, pues se cosecha en la pieza y se va a la nave en el remolque del tractor.
La "recogida de pastas" tiene un carácter más festivo. Tradicionalmente las han recogido los mozos para ofrecerlas a todos los que estaban en el baile el tercer día de la fiesta. En la actualidad, se comen al día siguiente de las fiestas, en una chocolatada en la que participa todo el pueblo.
Después, al atardecer, se celebra de nuevo el Baile de la Virgen, se recorren los perolos, y se acaba en el frontón en donde hay verbena hasta la hora de cenar, y donde se continúa con la verbena después de la cena.
El domingo, tradicionalmente, se celebra la misa en la Ermita. Antes se subía andando y en procesión. Después, con la llegada de la "civilización", se sube en coche y a la Virgen en tractor. Pero este año, con lo que había llovido, se había estropeado el camino, haciéndolo intransitable.
Por dicho motivo, la misa se celebró en la Iglesia. Se voltearon las campanas, tradición que poco a poco se había ido perdiendo y que este año se ha recuperado parcialmente. Y se sacó a la Virgen en procesión por los alrededores de la Iglesia, con la tradicional subasta de los palos.
A la salida de misa, y como es tradicional, al Cubizaño a tomar el vermú hasta la hora de comer. Y por la tarde, como actividad programada, partido de pelota a mano, que se pudo jugar por los pelos ya que las lluvias, este verano, han sido más abundantes de lo que los agricultores deseaban. Después, como ya es obligado, verbenas tarde y noche.
El lunes es el día que se subía a Valmayor a comer. Cada familia llevaba su comida preparada de casa, o asaban en las cocinas de piedra que allí había. Y la pequeña pradera se llenaba de manteles de colores. Unos en el suelo, otros en mesas de "camping" y otros en las mesas de madera que se llevaban para la ocasión. Después, partidas de cartas, a veces juegos, charanga...
Pero los últimos años, con la sequía que hemos padecido, no había agua en la fuente, y el riesgo de incendio era muy grande, por lo que desde 1994 se celebra una comida de hermandad en el pueblo. Expertos cocineros preparan un rancho que es repartido a los cerca de 200 comensales que acudimos al evento. La gente coloca las mesas buscando la sombra como puede y la verdad es que, con lo amplio que es el frontón, cabemos todos y otros tantos que vinieran.
Después de comer, fuertes partidas de cartas, y, en esta ocasión, la actuación del dúo Sara y Ana, que amenizaron la sobremesa.
Por la tarde y por la noche, ¿como fin de fiestas? disfraces. Por la tarde, disfraces infantiles. Todos los niños, chicos y chicas, llenos de ilusión, que hacen pasar un rato entretenido a todos los asistentes. Primero a las madres, las abuelas, las tías... preparándoles el disfraz. Luego, a todo el pueblo. Y cada uno, con su premio de caramelos y golosinas por haber participado, más contentos que unas pascuas.
Por la noche, después de cenar, disfraces de mayores. Los participantes se superan a sí mismos cada año. De premio, el aplauso del público y la satisfacción de haber hecho reír a carcajadas a todos los asistentes.
La presentación de ambos por parte de Juan, siempre certera y socarrona, da más brillantez a los desfiles, y todos aplauden al final como diciendo: "el año que viene más".
Teóricamente, aquí se acaban las fiestas. Pero, según la tradición, al día siguiente de las fiestas, las mujeres, para festejar que se habían terminado y que podían descansar del trabajo (ellas son
las protagonistas calladas con la preparación de las comidas, que siempre son fechas en las que a todas las casas acude gente a compartir la alegría de la fiesta y, por esta tierra, la alegría se manifiesta compartiendo la mesa), preparaban un chocolate que se comían entre ellas.
Pero, desde hace unos pocos años, se consideró que esa chocolatada podía también ser compartida por todos, por lo que el martes por la tarde nos volvemos a reunir todo el pueblo para tomar un delicioso chocolate, acompañado de las pastas que se recogieron en la "recogida de pastas".
Por la noche, como una actividad cultural de la Asociación de Amigos de Trébago, y enlazando con las fiestas, película en el frontón. Esta vez, Nobleza Baturra.
Lo del día siguiente, miércoles, también tiene su historia. Hace unos pocos años, para sacar dinero para financiar las fiestas, se rifó un jamón y no apareció el ganador. Se decidió entonces que, para que no se perdiera, nos lo comeríamos entre todos en una tarde de merienda. Dado que el martes ya estaba ocupado por la chocolatada, nos lo comimos el miércoles. Como aquello le gustó a la gente, desde
entonces se compran dos jamones. Uno se sortea. Y para evitar suspicacias se ha establecido que, si no aparece el ganador a la primera, se volverá a sortear hasta que haya un ganador que se lleve el jamón. Y el otro nos lo merendamos el miércoles.
Por la noche, otra película. Esta vez, El Gran Dictador, que al final la tuvimos que ver en las escuelas porque empezó a llover.
Y por último, el jueves día 21, por la noche, otra película en el frontón. Una comedia, Tootsie, que puso fin a las fiestas.
Para ser un pueblo pequeño, no está mal. Desde el día 9 hasta el día 21 con actividades diversas, entre las que deben contarse también las que se organizan como juegos infantiles, a los que se les
dedica una tarde para que disfrute la chiquillería, o el mini cross popular, o los campeonatos de cartas de las mujeres,...
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