por Santiago Lázaro Carrascosa
Es una palabra, según nuestro criterio, que consta de dos elementos. El nombre "cubil" y el sufijo "año".
CUBIL.- Es una palabra que significa sitio cubierto, por ejemplo, y concretamente, cueva, donde viven, duermen y tienen sus crías las fieras o animales salvajes. Deriva del latín "cubile", y al castellano "cubil". Por extensión, albergue de mala y deficiente construcción.
AÑO.- Es un sufijo que, añadido a otras palabras, como verbos o nombres, forma otros nombres o adjetivos. Por ejemplo: Hazaña, nombre propio con significado de hecho histórico, que viene del verbo "hacer". Ur-año, adjetivo con significado de persona que rehuye el trato con otras personas, derivado del latín "foras", fuera, "foráneus", forastero. Por lo regular, todo forastero es reacio a entablar relación con los habitantes propios del lugar o de una sociedad o grupo determinado, de ahí, huraño. Traves-año, mont-aña, etc. etc. Tiene este sufijo "año", el mismo significado y función que los sufijos "áneo" (sucedáneo, pedáneo, coetáneo, instantáneo, etc. etc.), y del sufijo "ano", (urbano, liviano, cercano), adjetivos (toledano, segoviano, volteriano, cirujano, hortelano, etc. etc.) y otros muchos adjetivos y nombres.
CUBIZAÑO.- El Cubizaño, pues, es un nombre propio, formado por un nombre común y el sufijo "año", que lo convierte en otro nombre, cuyo significado, en Trébago, es aplicado a una construcción de mala muerte y pobre, con mal tejado, de un solo espacio y sin puertas ni ventanas. Un albergue que servía para dar cobijo provisional y providencial, principalmente durante los crudos inviernos sorianos, a mucha gente desheredada y menesterosa que deambulaba de pueblo en pueblo implorando la caridad, como gitanos, artesanos ambulantes, pobres de solemnidad, en definitiva gente toda ella sin bienes materiales y marginada de la sociedad, que a imitación de los animales salvajes en el monte ocupando las cuevas naturales de los riscos y peñascos, estas gentes marginadas, repetimos, se cobijaban al amparo del Cubizaño, durmiendo en él, tal como si fuera un
verdadero cubil o cueva, de ahí su nombre. No puede ser más exacto el significado del vocablo, y su aplicación a esta pobre construcción, que con el paso del tiempo, y la mejora de las condiciones de vida para todos los habitantes de España en general, ya ha sido derruida y desaparecida, conservándose todavía muy viva la palabra EL CUBIZAÑO, y su significado. Será probable que, al no usarla, también desaparezca del habla trebagueña esta palabra, por eso recogemos aquí su etimología y significado.
Lo anteriormente descrito, lo escribíamos en febrero de 1981 en la Ciudad de México, y hoy, 1995, podemos añadir algo más sobre El Cubizaño.
En primer lugar, indicar que a iniciativa de los pocos vecinos que iban quedando en el pueblo, acordaron, con muy buen criterio, acondicionar el edificio que desde muy antiguo era destinado a lavadero público, aledaño a la fuente, y que ya no tenía ninguna utilidad pública con la instalación del agua corriente en todas las casas y los correspondientes aparatos de limpieza y aseo, acordaron, digo, convertir dicho edificio en un lugar de reunión de los trebagueños, en donde poder tomar un café, echar una partida de cartas, y pasar largos ratos de convivencia y charla entre ellos.
Así lo hicieron, y como dicho edificio no dista más de cincuenta metros del antiguo Cubizaño, y para no perder el uso y grafía de dicha palabra, le pusieron sobre la puerta de entrada el nombre de EL CUBIZAÑO, cuyo rótulo fue realizado y pintado con algunos adornos por la pintora Iris Lázaro Martínez, natural de Trébago, sobrina del que esto escribe, y ya con una obra pictórica de renombre nacional e internacional. Se adjunta una foto de dicho rótulo.
Con esto, se ha evitado la desaparición de la palabra Cubizaño, que perdurará todavía por mucho tiempo, pues su uso para designar a dicho local es cotidiano, y no sólo en el pueblo sino en todos los de alrededor, e incluso en la Villa de Agreda y la capital de la provincia, Soria. Lo celebramos.
Añadir por último, que este Cubizaño, destinado para albergue de tantas gentes desheredadas y marginadas de las clases pudientes de la sociedad, y más todavía en épocas anteriores, es un residuo de las instituciones de las Comunidades de Villa y Tierra de Castilla y Aragón, que florecieron por estas tierras, inmediatamente de reconquistados los pueblos y comarcas a los árabes, hasta bien entrado el siglo XV, en que fueron destruidas por los embates de la monarquía, la nobleza y el clero.
Así como en cada Concejo de cada pueblo comunero existía un almacén de víveres de primera necesidad, propiedad del común de los vecinos para asistir a las necesidades perentorias de cualquier familia del pueblo que se encontrase en graves aprietos, así también existían estos albergues, como el Cubizaño, para dar cobijo, como decimos, a todas esas personas, atenazadas por la miseria, enfermedades y grandes calamidades, y que peregrinaban de pueblo en pueblo en demanda de una caridad y solidaridad.
Y por cierto, que esa caridad y solidaridad la encontraron con más frecuencia y espontaneidad, entre las gentes del pueblo llano y del común, y muy pocas veces, escasísimas, en los estamentos de la realeza y la nobleza. Esa fue la función del Cubizaño, y a fe que por eso sólo merece que no se pierda la palabra y su significado, y que perdure por largo tiempo.
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