por Fernando Magdalena Martínez
Un buen día de Agosto del recién terminado año 1.995, llegó a mis manos un ejemplar -el nº 2- de la revista "La Voz de Trébago" editada por la "Asociación Amigos de Trébago" de la que mi madre, como buena trebagüesa, es socia.
Y me quedé extasiado contemplando la imagen que aparecía en la portada. Una fotografía con la fuente totalmente diferente a como yo la conocí cuando era niño. Me vienen recuerdos a la memoria de años atrás -más de diez años- en los que viajaba en los veranos con mis padres y mi hermano a Trébago -como unos quince días- y también algunas navidades. Como éramos niños, nos lo pasabamos en grande todo el día por la calle jugando con nuestros primos y con otros niños que también pasaban las vacaciones en el pueblo. Recuerdo que estábamos todo el día jugando en el frontón. O chapotenado en la balsa, habilitada como piscina. Y en Navidad, nos reuníamos en casa de los abuelos todos los tíos y primos a cenar en Nochebuena. Nos juntábamos como unos treinta y no hacíamos más que armar jaleo -nos sentábamos los más pequeños en una mesa aparte-. ¡Aquello era cena de Nochebuena!. Y encima, siempre estaba nevando, con lo cual nos lo pasábamos de miedo.
Volviendo a la fuente, entonces recuerdo que las piedras de la pared estaban negras y sucias, incluso crecían hierbajos entre las juntas de separación. Se podía apreciar la inscripción, pero había que ponerse un rato a intentar leerla. De alguno de los caños no caía agua y la del pilón estaba muy sucia, como con algas -había incluso renacuajos con los que jugueteábamos-. Aún me acuerdo que junto a la fuente estaba el lavadero, más o menos por donde está ahora "El Cubizaño".
Aproximadamente, doce o trece años separan estos recuerdos de la actualidad. Conforme ha ido pasando el tiempo, hemos ido creciendo y nuestras visitas al pueblo donde nació mi madre se han ido distanciando. Por diversas causas -laborales o personales- tan sólo he vuelto a ir al pueblo para acontecimientos puntuales, la última vez hace poco más de un año. Pero siempre existe en nuestro interior el recuerdo de los hechos y de las vivencias personales de nuestra época infantil. Es por eso por lo que, cuando contemplé la fotografía de la fuente hoy, en pleno 1.995, casi me emocioné. Si es cierto que a través de la "Asociación Amigos de Trébago" ha sido posible la restauración de la fuente, no me queda sino darles la enhorabuena.
Realmente, ha cambiado bastante el aspecto de hoy al que tenía cuando mis correrías veraniegas de niño. Ahora es posible leer la preciosa inscripción que, en algún tiempo pasado, arrancaría algún murmullo de admiración al viajero que en ella su ardiente sed apagó. Se ha arreglado el desagüe, los caños, el pilón... Todo. Quizá fuera ese el aspecto que tenía cuando se construyó inicialmente.
No me queda más que felicitar a la "Asociación Amigos de Trébago", a todos sus socios, porque gracias a ellos ha sido posible la restauración de la fuente que tantos y tantos recuerdos me trae a la memoria. Cita usted, Sr. Presidente, otras labores que ya son una realidad, como son la iluminación de la Iglesia y del Torreón. Yo le doy otra idea: volver a abrir el Teleclub como lugar recreativo o como bar. En él pasé, aun siendo niño, muchos ratos agradables.
Sólo me queda decirle que ¡Animo y adelante con la Asociación!.
ENERO DE 1.996
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