Yo siempre he vivido
en un mundo de papel
sin daños, guerras y maldad.
Al crecer te desengañas
y descubres la verdad
pues la vida no es tan dulce
como una fresa,
un merengue o un pastel.
Pero sí tan agria como un limón,
con drogas, muertes, mentiras...
Sobre todo mentiras
mentiras y más mentiras,
¡qué palabra tan fea!
Pero yo quiero que todo cambie
y sea como en mi mundo de papel;
con alegrías, amistad, cariño
sin envidias.
Qué bonito es soñar
y crear en tu imaginación
un mundo maravilloso, claro
donde todos -y digo todos:
blancos, negros, chinos, gitanos
pudiéramos vivir sin fronteras,
racismo y todo eso que cada
vez nos va separando
más y más.
Que cada persona tuviera
su terrón de azucar
y pudiésemos compartir
todo lo bueno, sin avaricias.
¡Ay! que mundo tan maravilloso,
qué dulce y tierno.
No como el de ahora,
tan completo de maldad
y a falta de cariño,
pasión y amistad.
Con razón, al crecer
te das cuenta
de lo que te rodea.
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¡Ingenua! y tú creyendo
que era tan bonito y mira;
mentiras, engaños, odios...
Si cuidáramos, si no fuéramos tan egoístas,
si pensáramos en los demás para conseguir
eso que tanta falta nos hace...
¡Otro mundo sería!
Pero yo ahora,
sólo quiero arreglar
ese corazoncito herido,
dañado al engaño.
Mas Dios quiera curarlo,
qué bonito gesto sería.
El engaño del mundo, o
mejor dicho de esas personas
y todo lo que consigo llevan.
Cada cual, y sin importarles
el daño que al vecino hagan,
con tal de salir ellos victoriosos
qué cosas hacen, con qué tesón luchan.
Y los demás,
que se las arreglen como puedan.
¡Qué mundo! ¡Qué gente!
Se les podría echar
un pellizquito de cariño,
un puñadito de amistad
y uno más grande de hermandad y bondad.
Ya se podía reflejar
tan sólo un pequeño rayo
de ese mundito
que tan sólo por unos años
la mente de la princesita
había alimentado.
"Y gritar a los cuatro vientos
que algún día y no lejano
esta gran riqueza que poseemos
y tan mal cuidamos
desaparecerá y añoraremos
por no haberla guardado".
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