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Eran nuestros juegos:
Las tabas



por Luz Lázaro Carrascosa

El juego de las tabas fue uno de mis favoritos. Como el resto de los juegos de entonces, se practicaba en su estación correspondiente, mitad otoño mitad invierno.

La obsesión que yo tenía por jugar, acompañada de mi vecina y amiga Piedad, nos hacía correr a por la merienda, tras salir de la escuela y entre bocado y bocado, lanzar una y otra vez la pitona para conseguir las diferentes jugadas.

La taba, se obtiene del hueso astrágalo del cordero o del cabritillo, aunque es mejor la del primero por su tamaño.

Las conseguíamos cuando nuestras abuelas y madres, cocinaban sus mejores guisos o asados, pero en este último caso, la limpieza de la pieza era menos precisa, ya que al asar la carne, los nervios y cartílagos se quemaban y podían quedar restos que dificultaban el juego. De igual forma se seleccionaban las piezas, ya que podía haber defectos de forma en el hueso, que impedían conseguir las posiciones correctas.

La taba tiene cuatro posiciones, que llamábamos de Primera, de Segunda, de Tercera y de Cuarta, además de una quinta posición para "expertas" llamada de Borrachas, consistente en dejar vertical la pieza y para lo que era necesario jugar sobre una superficie determinada.

Son necesarias doce tabas y una pitona de cristal o barro. Casi siempre jugábamos de rodillas, frente a un poyo de los que había en las puertas de cada casa, donde nos sentábamos en verano a tomar el fresco y trasnochar.


También se podía jugar sentadas en el suelo, con las piernas hacia delante, donde hubiera un lugar plano, no demasiado fino (preferentemente de tierra), para que las tabas no resbalasen al jugar.

Una vez todo esto preparado, se cogen las doce tabas entre ambas manos, haciendo un hueco entre ellas y se lanzan sobre el suelo.Como es de suponer, cada taba caía de un lado, y comenzaba el juego.

Se lanzaba la pitona al aire, dejando las dos manos libres y, antes de recogerla (sin dejar que cayera al suelo), se iban colocando todas las tabas en la posición correspondiente a cada jugada. Cuando se tenían las doce en posición de Primera y se habían recogido, se pasaba a conseguir que las doce estuvieran en posición de Segunda, y así sucesivamente hasta Cuarta o Borrachas.

Cuando la pitona caía al suelo se perdía el turno y jugaba la siguiente, y cuando se recuperaba el turno había que empezar de nuevo. Es decir, si cuando se perdía el turno se había conseguido tener ocho tabas en la posición correspondiente, no se "guardaban", sino que había que colocar las doce sin interrupciones.

También se perdía el turno cuando no se recogía la taba correspondiente, o cuando no se colocaba en la posición adecuada.


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