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MIS VIVENCIAS Y RECUERDOS EN TRÉVAGO DE 1925 A 1937 (III)

(Continuación)



por Julián Romera Gómez

Trévago se erige sobre la cara sur y la cumbre de un pequeño altozano que hay cerca de las últimas estribaciones del la cara norte de la Sierra del Madero. Se halla situado en el ángulo Noreste de la Provincia, distante unos 34 kilómetros de la capital si se va pasando por Almajano o a unos 48 kilómetros si se va por Matalebreras, y su comunicación con Soria se hacía mediante un coche de viajeros que salía de San Felices por la mañana y regresaba de la capital por la tarde.

Al punto más alto del altozano lo llamábamos "la cuesta", que es el lugar-atalaya donde se encontraba la antigua nevera y, desde el que se puede contemplar la gran vega del norte, desde el Cerro de Santiago con Valdelagua del Cerro, Fuentestrún y la gran llanura entre Castilruiz y Matalebreras que, en tiempos pasados fue la laguna de Añavieja, hoy ya desecada, donde pastaban ganaderías vacunas, más o menos bravas. Las calles de Trévago, las que están orientadas de norte a sur, son algo paralelas, acusando su declinación, a veces bastante pronunciada, según el desnivel del terreno, lo que las hace muy empinadas. De este a oeste, las calles presentan irregularidades, al no estar en línea recta en todo su trayecto, apareciendo truncosidades en su trayecto mostrando sinuosidades y recodos, quedando a salvo de estas anomalías la calle principal del sur donde finalizan las calles paralelas que tienen su inicio en el norte.

La casa-habitación, y edificaciones adosadas a éstas, forman manzanas que se suceden a medida que se encuentran calles que las separan. Sus construcciones son muy sólidas y forman los alojamientos muy aptos para las familias, más o menos numerosas, y son también albergue para animales en estabulación e implementos agrícolas para faenar en el campo. Todo este conjunto hace que, por su situación sobre el altozano de las casas, como si estuvieran presididas o vigiladas por la Iglesia y el Torreón, las fotografías que se hacen desde el oeste y desde el sur de la localidad son impresionantes, algunas de ellas han aparecido en esta Revista, unas captadas en unos días con un sol espléndido y, otras, que presentan un añorado paisaje nevado.

Si hacemos un recorrido por las calles de la localidad, se puede observar que, dentro de la gran consistencia de las fachadas, echamos de menos la existencia de blasones o escudos sobre las puertas de entrada, como si la prosapia de los trevagüeses en el pasado no hemos tenido ninguna personalidad que haya sobresalido en el ámbito provincial, tampoco en el nacional y menos a nivel universal o, al menos yo no tengo referencia de ninguna persona sobre este particular. Esta reflexión me trae a la memoria el recuerdo de la lectura hace bastantes o muchos años de un libro sobre Historia y Arte de Soria y su provincia, escrito por Don Nicolás Rabal, allá por el año 1890 que empieza diciendo: Quién sería el autor de unos grabados que por entonces vendían los ciegos, comediantes y titiriteros por las calles, en los que se estaban representados los tipos de las 49 provincias y al pie de cada una de ellas tenía unos pareados, si así se les puede llamar, con el que brevemente se trazaban los rasgos más característicos de sus habitantes. En el de la provincia de Soria decía:
"Nunca la gente de Soria
hizo gran bulto en la historia".
En el grabado se representaba a dos aldeanos en traje de pinariegos, sentados sobre un taburete. Se desconocen los motivos o razones que tenía el detractor de Soria para escribir lo que aparecía en esas viñetas, pero nos lleva a pensar que desconocía que Soria es la heredera de las glorias de Numancia, Usama y Termancia frente a las legiones romanas, así mismo ignoraba que en los campos de Calatañazor tuvo lugar la célebre derrota de Almanzor, donde fue herido y tras la derrota de sus mesnadas, en su retirada solamente pudo llegar con vida hasta Medinaceli, donde murió y fue enterrado y, tras este acontecimiento, cambió el sentido de los destinos de la España visigoda. También ignoraba que un puñado de numantinos derrotó a la famosa Guardia Imperial francesa durante la guerra de la Independencia y, también que en la capital se repitieron las escenas heroicas de Zaragoza y Gerona. Y a nivel local, desconocía que Trévago es la única localidad a nivel nacional y mundial que tiene el honor y privilegio de poder realizar una típica danza dentro de la Iglesia, danza que efectúan solamente los hijos del pueblo. También podemos decir que si el autor quería aludir a la pobreza del país y el carácter humilde de sus habitantes, habría que recordarle que, hasta principios de ese siglo, Soria poseía uno de los más grandes, ricos y selectos rebaños de ovejas merinas; y, que por el capricho de las leyes generales de la nación a la que no le encajaba bien, lo que había sido una extensa provincia de Soria, se vio desmembrada de su mejor parte, que era la Rioja soriana, y con ello se fue su industria siempre floreciente que hoy ostenta orgullosa la vecina Logroño.

Tras estos comentarios sigo diciendo que, mientras hay mortales que duermen a pierna suelta, hay otros que aprovechando los ratos de duermevela nocturnos, pero sin llegar a los desvelos, yo los he aprovechado para recordar y recopilar todo aquello que en los sueños inconscientes de mi etapa infantil se grabaron en mi mente, sin que el tiempo haya podido borrar. Tales son, las fiestas y costumbres de la localidad, pues, ¿quién no recuerda las Navidades y sus Vísperas, así como los días de Año Viejo, Año Nuevo y, el día de los Santos Reyes Magos?. ¡Cómo! ¿Qué no los recuerdas? Haz un poco de memoria y verás cómo sí los recuerdas, ya que vosotros mismos, al igual que yo, las vivisteis una y otra vez y, año tras año, durante la infancia. Claro que siempre se ha dicho que las Navidades son para los niños, ya que ellos aprenden de cualquier cosa o acontecimiento.

Pues bien, todos los años, el día 24 de diciembre, se prendía una colosal fogata u hoguera al pie de la torre-campanario de la Iglesia. Para ello todos, niños, jóvenes y mayores, contribuíamos en lo posible para hacinar toda clase de combustible, luego se la hacía arder manteniéndola en estado de ignición desde las primeras horas de la mañana hasta el amanecer del día siguiente, canturreando que eran "para mantener calentitos los pañales del Niño Jesús recién nacido y, por su feliz venida a este mundo". Bella y preciosa tradición.

Para mantener vivo el fuego durante tantas y tantas horas, era necesario cooperar aportando leña en tanto fuera necesario, cosa factible para todos y cada uno de los habitantes de Trévago, materia de la que, los colegiales, antes de las vacaciones navideñas, fuera del horario escolar, nos afanábamos en esconder zarzas y arbustos robados a los propietarios de huertos y fincas cercadas que habían puesto en las porteras de entrada a las fincas. Estos materiales robados los escondíamos donde buenamente se podía para luego, el día 24, llevarlos en las primeras horas del día, de madrugada, al lugar donde se prendía la hoguera. Debo decir, en honor a todo esto que, los mayores cuando veían que los pequeños apenas podían arrastrar los troncos por las empinadas calles, eran ayudados y nunca jamás hubo ninguna queja o reprensión de los mayores hacia los pequeños, aún a sabiendas que se los habíamos robado a ellos. Un factor a tener en cuenta era no descuidar en ningún momento el proceso del fuego en previsión de que no se extendiera fuera de su área, ya que, a veces, los vientos soplaban muy fuerte en esa época del año y, además, por estar en el lugar más elevado del terrero, en la "Cuesta" y, porque había viviendas particulares muy cerca de la fogata.

La Misa de Gallo, se celebraba esa misma noche del 24 al 25, era objeto de una magna celebración según la liturgia católica, además de respetuosa, que se celebra en honor del Niño Dios recién nacido, y cruzándose los asistentes efusivas felicitaciones. Así se daba la bienvenida a la Pascua navideña, día en el que se celebraban solemnes fiestas y actos religiosos, festejos y felicitaciones a los que asistían las primeras autoridades locales y toda la vecindad, que, con abrazos y apretones de manos, deseaban lo mejor para todos y cada uno de los asistentes. Y con esto se daba la bienvenida al recién nacido, entonando como buenamente se podía algún villancico.

La Noche Vieja o Día de San Silvestre, era ocasión y motivo de celebración, con felicitaciones y brindis. Todo ocurría por partida doble: Despedir el año que se iba y congratularse ante la llegada del Año Nuevo con las más efusivas expresiones de los mejores deseos de paz, felicidad y prosperidad del año entrante, y para que resulte mejor que el año anterior en todos los aspectos de la vida.

Así, ya llegamos al ansiado Día de los Reyes Magos, de muy singular celebra¬ción al hacerse en honor de todos los niños que lo festejaban a lo grande. Efectivamente el día de Reyes era para los niños un día tan especial que permanece en nuestra memoria recordándolo como si fuéramos jóvenes entusiastas. Después de la celebración de la Santa Misa, con asistencia de autoridades, todos los niños, a la salida, hacíamos acto de presencia visitando las casas-residencia de los funcionarios públicos de la localidad, donde, mediante una singular felicitación de Pascuas, cantada de forma no muy sincrónica por parte de los niños, se pedía el aguinaldo, y en compensación se 1es agasajaba y festejaba, sin limitación alguna, con productos de muy diversa clase (dulces, frutos secos, fracciones de moneda metálicas, etc.). El recorrido se hacía empezando por la casa de los Sres. Maestros (D. Julián y Dª Luisa), del Sr. Secretario (D. Félix), del Sr. Cura (D. Jesús), del Sr. Veterinario (D. Alejandro), del Sr. Farmacéutico (D. Pedro), y se concluía visitando la "Casa de los Purríos", sin que sepamos todavía por qué, ya que no eran funcionarios. Tras este recorrido, la convivencia del gremio infantil terminaba en un lugar previamente convenido por ellos mismos, y, sin faltar nadie, se degustaba la "rosca de reyes" rociada con copitas de moscatel o vino generoso acompañaba con los dulces que se habían recogido como aguinaldos.

El día de San Blas, era la fecha en la que los escolares subíamos desde la escuela a la Iglesia para adorar y besar la reliquia del Santo, si bien en esta celebración no había alimentos ni dulces para ingerirlos.

Así se llega a los días de carnaval, donde los mozos y mozas se disfrazaban y pasaban a lo grande luciendo trajes y caretas a cual más extravagante, aunque había alguno que volvía a ponerse el traje de militar, siendo uno de ellos mi hermano mayor, Juan, que lució el traje de mi padre correspondiente al que llevó en la escolta real. Los mayores, con sus disfraces, se lo pasaban a lo grande, provocando el miedo y terror de los pequeños que eran perseguidos causando gran miedo y terror por lo grotesco de sus ropajes.

Otra de las fiestas en pro de los niños era el día de Jueves Lardero, que celebrábamos con un festín que corría a cargo de las madrinas de bautismo. Opíparos eran los banquetes con los que se nos favorecía, celebrándolo, cuando el tiempo lo permitía, al aire libre en buen tiempo, o por el contrario, en el aula de la escuela pública. ¿Lo recordáis?, ¡Sí!, pues ¡Yo también!

Hay otras fiestas, como son el Día de San José, San Isidro Labrador, Santiago, etc., si bien estas fechas ya no tenían tanto rumbo para los niños y pasaban un tanto desapercibidas.

Dentro de las fechas de Semana Santa, se puede citar el Domingo de Ramos, el día de Jueves Santo, fecha en la que dejaban de sonar las campanas, y el aviso para los Santos Oficios lo hacíamos los niños con carracas y matracas hasta que llegaba el Sábado de Gloria en que ya volvían a tocar las campanas. Con anterioridad se había montado lo que llamábamos "El Monumento", con paneles con alegorías del Calvario. El monumento se montaba en la capilla situada en la parte izquierda de la gran nave central de la Iglesia. Los paneles o carteles del monumento se volvían a guardar en una dependencia a la que se subía por una escalera exterior que no tenía ningún tipo de barandilla protectora. Esta escalera y puerta ya no existen, accediéndose a la citada dependencia desde el coro de la Iglesia.

Antes de exponer lo referente a la Pascua de Resurrección, de la que se hablará al citar las fiestas principales del pueblo, tenemos que por estas fechas se celebraba el Día del Niño y el día del árbol, fechas ambas que eran celebradas en la orilla del Río Manzano o en el paseo del Canalón, junto y bajo las hileras de altísimos chopos, donde se seleccionaba, entre otros árboles, el mayor de todos que se cortaba y, tras ser limpiado de su ramaje, servía de "mayo", se hincaba en la parte norte del frontón, poniendo en su cúspide la "sorpresa a ganar". El palo quedaba convertido en cucaña y por él trepaban los más valientes hasta alcanzar el premio. Esta tarea no resultaba fácil de conseguir por lo ensebado del palo y su difícil subida.

Entre la elección del "mayo" y su corte, los pequeños nos afanábamos en la tarea de plantar un nuevo árbol siguiendo la tradición.

A propósito del clavo en el picadero, también había uno para los menesteres de la doma de potros, donde eran atados y servía para hacer que los animales, jóvenes aún, dieran vueltas al paso y al trote, hasta conseguir de ellos los propósitos deseados, que no eran otros que domarlos. Esto lo mencioné con anterioridad al hablar del picadero arena al comentar los datos biográficos de mi padre.

El final de la Semana Santa llega el día de la Pascua de Resurrección, también llamado Pascua Florida, día grande y solemne amenizado con la diana musical, asistencia a la celebración de la Santa Misa con presencia de todas las autoridades municipales. Finalizada ésta, tiene lugar la procesión hasta la ermita llevando al Niño Jesús para que se encuentre con su Madre, la Virgen del Río Manzano, que fue llevada a la ermita el pasado mes de septiembre durante las fiestas principales. El comentario sobre la romería lo haré al referirme a las fiestas principales de septiembre, con ciertas salvedades para no caer en fastidiosas repeticiones.

Las fiestas principales o Fiesta Mayor del municipio se celebraban los días 8, 9 y 10 de septiembre y siempre en honor de la Santísima Virgen del Río Manzano, como patrona del pueblo que es. Actualmente se han cambiado las fechas de estas festividades, pues creo que se celebran el primer fin de semana a partir del 15 de agosto.

Como anticipo de las fiestas, el día 7, que es precisamente la víspera de las fiestas, a la caída de la tarde, como pregón o anuncio de festejos que se celebrarán, y amenizados por la banda de música al efecto contratada por el Ayuntamiento y los mozos en algún otro pueblo fuera de Trévago que, recorriendo las calles con animadas piezas musicales para recalar en la Iglesia parroquial, siempre seguida de una gran muchedumbre compuesta de forasteros de pueblos vecinos y por habitantes del lugar. En el interior del templo se disfruta presenciando, con absoluto respeto al lugar y en honor a quienes se les festeja, uno de los acontecimientos más característico y singular, cual es el conocido "baile de la Virgen", en el que actúan los hijos del pueblo exclusivamente, sin limitación de edad. Bien pudiera considerarse esta danza-baile como único que existe, no solo en la provincia, sino en toda la nación y, quizá, en el mundo. Al menos, yo no tengo noticia al respecto sobre algo igual.

Esta danza tiene lugar dentro de la Iglesia, en la proximidad del presbiterio, donde están en sus tronos la Virgen del Río Manzano y otras dos imágenes marianas, la de la Asunción y la del Rosario. Amenizan la danza a presenciar, el gaitero y tamborilero de la localidad que, con la dulzaina y el tambor entonan el ritmo de un "allegro vivache". Los grupos de mozos irrumpen en triunviratos que efectúan la danza ofreciendo rítmicas reverencias dentro de una forma monorrítmica, agotadora e ininterrumpida, ya que a cada terna de danzantes, suceden otras. Los mozos danzan con los brazos en alto y algo adelantados, llevan las manos cerradas, y al comenzar se santiguan. La danza consiste en un cruce de pasos de tres en tres, de un extremo a otro en sentido trasversal de la nave principal de la Iglesia, y siempre coincidiendo en "cruce de pasos" y "cruce de danzantes" ante la imagen de la Virgen e imágenes de los extremos laterales. El cruce de pasos reverenciales, haciéndolo con agilidad y precisión, sobre un solo pie, tendrá lugar indefectiblemente delante de la Virgen, o sea, frente a ésta. Todo esto se ha desarrollado dentro de una gran admiración por parte de todos los concurrentes espectadores, hasta que el maestro de la ceremonia, que suele ser el Sr. Sacerdote, blandiendo palmas, ordena a los orquestantes dulzaineros que interrumpan los acordes, dando así por finalizada la representación "folclórica".

Pensándolo bien, es una danza extraña, en su inicio es reverencial y los pasos de la danza consisten en adelantar y atrasar alzando y bajando las rodillas hasta rozar el suelo a modo de auténtica reverencia a la Virgen, a la que se ofrece. Siempre actúan o danzan tres personas y, cuando entra uno nuevo debe retirarse uno de los primeros danzantes.

Ya queda señalado el crecidísimo número de asistentes a tan celebrado acto, ya que invitados de antemano fueron los vecinos de los pueblos lindantes con Trévago. Su aceptación, presencia y entusiasmo siempre es grato y mucho se les agradece. A la salida del templo continúa la marcha hacia los hogares de residencia de cada quién, y estos moradores se hacen acompañar de sus respectivos y distinguidos invitados para, todos, participar del ágape gastronómico y compartir el alojamiento. Por el camino déjanse oír los pasacalles de la banda que, tras haber tenido lugar el yantar, saldrán para disfrutar de los bailes que tienen lugar en la explanada norte del frontón hasta bien pasada la media noche. Justo es señalar, pues "nobleza obliga", que, invitados habremos de ser por los huéspedes tenidos, para nosotros poder concurrir a sus lugares de origen por sus fiestas principales. Sólo habremos de echar en falta el "baile de sus templos". Cosa que no tiene lugar en ninguno de ellos.

Los días 8, 9 y 10 darán comienzo con el despertar de la música que ameniza la orquesta. Seguirán las funciones religiosas, anunciando su celebración mediante el "volteo de campanas". Después ágapes, sobremesa, partidos de pelota a mano en el frontón, juegos de naipes en los casinos y, bailes de tarde y noche. El primer día de fiesta, vuelve a efectuarse al atardecer, en la Iglesia, una nueva danza o "baile de la Virgen".

El segundo día de las fiestas principales, no puede faltar la procesión en romería a la ermita, romería que anteriormente, en mayo por Pascua de Resurrección o Florida, tuvo lugar otra romería que, por los eventos ocasionales y en fechas tan señaladas, tienen la finalidad de llevar a este santuario las imágenes veneradas en Trévago para, transcurrido algún tiempo de permanencia ahí, ser regresadas nuevamente a la Iglesia Parroquial. Estos acontecimientos tienen lugar, como hemos dicho, en mayo y septiembre de cada año. A la primera, que se celebra por Pascua Florida es, a la que se le denomina también la Pascua "del bollo", adjetivo que tiene justificación como conoceremos más adelante.

En las dos subidas al santuario (mayo y septiembre) los fieles o romeros toman parte en dos grupos. Uno de ellos es el que forma parte de la procesión y acompañantes de las imágenes y sacerdote, es el que reviste mayor solemnidad, claro está. En el segundo conjunto, más bullanguero y alegre, lo forman parejas de matrimonios, de novios o de jóvenes simpatizantes, sin que falten parejas de jovencitos a los que sus mayores cuidan y vigilan por su seguridad en el traslado hasta la pradera de la ermita, precaución que se justifica por la escasa edad de los romeros más chicos. Todos, sin distinción de categoría, de edad y sexo, lucen orgullosos sus palmitos y mejores galas, trajeados como la ocasión lo requiere. El trayecto hasta la ermita, en parejas cual queda dicho, lo realizarán a lomos de los mejores mulos o caballos del pueblo, ricamente enjaezados, luciendo los mejores trajes, pues desde la cabezada que luce una especie de florón con campanillas o cascabeles y adornos que suelen ser en forma de flecos rojos; ocurre lo mismo con las riendas, el petral, la cincha y todo el aparejo hasta la baticola o ataharre llevan adornos; todo ello, en conjunto, hacen más notoria la marcha en la romería que, aunado a la algarabía de las parejas que los montan, los romeros mozos luciendo capas negras, sombreros negros de ala ancha y, ellas, las mozas, con sayas, corpiños, mantones y pañuelos dentro del rigor castellano, en tanto que, la falda de las mozas es de amplio vuelo Y, cabalgando, hace las veces de "gualdrapa", cubriendo las ancas de la cabalgadura.

La romería, a la salida del pueblo es acompañada y despedida con el sonido de las campanas girando a pleno volteo y, al llegar a la ermita, por la falta de campanas, el único campanillo que tiene la ermita saluda y da la bienvenida a todos los componentes de la procesión que acompañan a la imagen mariana. Ya en la pradera, la imagen que llega es saludada por la otra imagen que sale de la ermita dando dos o tres golpes entre los banzos. Seguidamente se subastan los regalos que han hecho a la Virgen por alguna petición o promesa. Igualmente se subastan los banzos de las imágenes para meterlas en la ermita. Todo esto ha tenido lugar en la explanada que existe delante de la ermita, luego pasan dentro del santuario y, con sumo recogimiento, presencian las funciones religiosas que se celebran en el mismo, privando sobremanera la devoción y el recato.

Terminados los oficios religiosos, todos salen a disfrutar en la verde pradera bajo la sombra de los árboles, donde tendrá lugar una gran convivencia en la que los participantes en el ágape intercambian viandas que, generosamente son rociadas con ricos vinos, galantería esto del Ayuntamiento que lo distribuye con cargo al erario. Por otra parte, en la parte alta del edificio anexo a la ermita, que en tiempos sería casa del santero, en esta ocasión es habilitada como comedores para personalidades destacadas y autoridades en servicio público, así como ciertos invitados, generalmente de otras vecindades, revistiendo solemnidad y sosiego este acto en razón de los mismos asistentes.

Se come aquí un bollo dulce especialmente hecho para la ocasión, bollo que, como decimos, cada familia comparte en la pradera con el resto de los asistentes, regado especialmente con moscatel y refresco.

Algunos, por la tarde, aprovecharán también para comerse un "bollo preñado" que no es otra cosa que un gran mollete, telera u hogaza de harina especial, y especial elaboración, que contiene en su interior tallos de chorizo y huevos cocidos. Mnnnu..., ¡qué ricos! Si doble intención suele darse a lo del "bollo preñado" ya es cosa de cada quién, lo que no desmerece lo gustosísimo de los manjares y el placer de festejarlo. Además, la imaginación humana no duerme, siempre está alebrestada.

Ya a la vuelta al pueblo, se observan los rituales de la ida a la ermita, tendrá lugar el refrigerio del mediodía, seguido del "sarao", momentáneamente suspendido por el regreso a "casa". No han de faltar en la tarde competiciones deportivas en el frontón, paseos en la espera de la reanudación de los bailes y la solaz diversión de juegos en el casino.

La romería que se celebra en septiembre sigue las mismas prerrogativas que las de mayo, excepción, por supuesto, de la degustación del "bollo". Para ello, y a modo de compensación, se disfruta del "baile de la Virgen".

Para terminar estos recuerdos de días festivos, debo hacerlo sin olvidar otras fechas, como son:

El Día de la Virgen del Pilar o Día de la Hispanidad, que se celebra el día 12 de Octubre, y nosotros lo pasábamos como una fiesta más.

Sigue la fiesta o Día de todos los Santos que se celebra el día 1 de Noviembre con ceremonias religiosas y oraciones por los difuntos familiares de cada casa dentro de un gran respeto, y, en la noche entre el día de difuntos y el Día de ánimas, las campanas sonaban de forma especial con el toque de difuntos (dolor a muerto). Con este toque especial de tañer las campanas que tenía lugar en la Noche de Difuntos, las campanas sonaban toda la noche, por lo que, para ello anteriormente los mozos se ponían de acuerdo, o echaban a suerte, en grupos para turnarse cada determinado tiempo y, para que no fallara en ningún momento el toque de campanas. Solamente en recordarlo, pienso cuántos y cuales serían nuestros pensamientos que sin duda serían a cual más tenebroso por el respeto y a veces temor que infundía escuchar el toque de difuntos tan prolongado.

Y termino mencionando el Día de la Purísima Concepción, o Día de la Inmaculada, que tenía lugar el día 8 de Diciembre, que por el frío que ya se dejaba sentir, era una fiesta que invitaba a estar cerca del fuego o del brasero para no pasar frío.


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N. de la R.: La fotos en las que aparecen las personas ataviadas con los trajes típicos las realizó D. Santiago Lázaro Carrascosa en las fiestas de Trébago del año 1969.


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