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Editorial



por Juan Palomero Martínez

Estimados lectores:

Apagados los ecos de la presentación de la revista nº 30 de LA VOZ DE TRÉBAGO -aunque no del todo, que donde hubo fuego quedan rescoldos- y de la celebración del 15 aniversario de la Asociación de Amigos de Trébago, toca de nuevo volver a la actividad habitual, y aquí estamos ya con el número 31.

Sobre los hechos mencionados, sólo puedo decir GRACIAS a todos los asistentes, tanto institucionales como socios, simpatizantes, anunciantes y público en general que acudió al acto.

Un acto entrañable en el que, además del ánimo transmitido por los que allí tomaron la palabra (alcalde de Ágreda, de Ólvega, de Trébago, miembros de la Junta de la Asociación, etc.), se recibió una placa de agradecimiento del Ayuntamiento de Trébago por la labor desarrollada por la Asociación en los 15 años de existencia.

A todos ellos agradecí, tanto en nombre propio como en nombre de la Asociación de Amigos de Trébago, su intervención y muestras de cariño, agradecimiento del que quiero también dejar aquí constancia.

Qué duda cabe de que en toda actuación hay aciertos y fallos, y que nadie es perfecto, pero aun reconociendo que muchas cosas se pueden mejorar, sí podemos afirmar que ponemos en lo que hacemos nuestro mejor entusiasmo.

En cuanto al contenido del número 31 de La Voz de Trébago, espero que sea del agrado de los lectores. No voy a citar a todos los colaboradores, pero sí quiero destacar el trabajo publicado en este número, firmado por D. Manuel Peláez del Rosal.

Creemos que poder leer con documentación de la época datos de la historia de Trébago de 1760 es todo un lujo. Y las coincidencias llaman la atención, como voy a comentar.

A través de un trabajo de Santiago Lázaro sobre los oficios en Trébago, unos investigadores riojanos, arqueólogos, que estudian las canteras molineras en un proyecto europeo (del que hemos dado cuenta en la revista y en las Noticias de www.trebago.com ) descubren las canteras molineras de Trébago (y otras de pueblos cercanos). Curiosamente, una amiga suya, investigadora de "papeles" en el ayuntamiento de Mendavia (Navarra, a 30 Km. de Logroño) encuentra unas actas sobre la compra y posterior pago de una piedra molinera a un molero de Castilla... que viene de Trévago... Y tirando del hilo resulta que un antepasado de la mujer de Santiago Lázaro (de apellido García y a los que apodaban "los moleros") es ese molero que vende la piedra en Mendavia.

Todo esto ya lo sabíamos por revistas anteriores, pero es que en el trabajo que nos envía Manuel Peláez habla de un molero, antepasado de su mujer..., que es el mismo del que estamos hablando, que llega a Trébago procedente de Brasoñera, con Canteras molineras también importantes, que aparecen referenciadas en el póster que se incluye en esta revista.

Con toda esta serie de coincidencias y la importancia que tuvieron las canteras molineras de Trébago, creo que se deben potenciar, ponerlas en valor, darlas más a conocer, y aprovechar el tirón como un reclamo turístico importante más, añadido a los que ya tiene Trébago, y complemento de las plazas de turismo rural de las que dispone el pueblo. Todos los esfuerzos que se hagan para mantener Trébago vivo y dinámico serán bienvenidos.

Por mi parte, sólo me queda desearos a todos una Feliz Navidad y que el próximo 2010 llegue cargado de ilusiones cumplidas.



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