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por Juan Palomero Martínez
 El pasado julio visitamos, en Ágreda, en la Plaza de San Miguel, el taller de D. Jesús Omeñaca Molero.
D. Jesús se dedica, en sus ratos libres, a la talla de madera, y es un asiduo colaborador de D. Alfonso García Bermejo, cura párroco de Trébago, en la restauración de imágenes de los pueblos donde D. Alfonso ejerce su labor pastoral.
En este caso, la visita tiene como motivo, además, recoger la imagen de San Juan que se venera en la Iglesia de Nuestra Sra. de la Asunción, de Trébago, ya que D. Jesús le acaba de restaurar los dedos de la mano izquierda que tenía rotos.
 Como podemos apreciar en las fotografías que se adjuntan, el dedo índice de la mano izquierda de San Juan apunta hacia el cordero que mantiene el santo en su mano derecha, en expresión de decir: "He aquí el Cordero de Dios", mientras lo señala con el dedo.
Aprovechando la visita, nos cuenta que fue albañil durante su vida laboral y que actualmente lleva 5 años jubilado, pero comenzó con esta afición con 30 años. Sus primeros trabajos fueron una cuchara, un tenedor y algún bastón. Utiliza madera de boj, de nogal, de olivo, ébano y peral, aunque también trabaja los cuernos de ciervo. Sus trabajos de miniatura están hechos sobre huesos de oliva.
 Actualmente además de la restauración de imágenes de toda La Rinconada, ha recuperado imágenes de un pueblecito de Teruel que quemaron durante la guerra, trabajos que realiza, por supuesto, siempre desinteresadamente. Tiene un auténtico museo de sus obras de arte: cajas de madera, bastones, cuadros, fundas de cuchillos hechas en cuernos de ciervo...
Como material instrumental utiliza herramientas que él mismo se fabrica a partir de limas que le traen de Cartagena, de una escuela de minusválidos, que cuando ya están inservibles se las dan y las aprovecha. Usa también fresas de dentista, reutilizando en muchos casos las fresas viejas que se utilizan para hacer los empastes.
Desde aquí queremos agradecer a Jesús Omeñaca su labor desinteresada de auténtico artesano, ya que gracias a él muchas piezas de nuestras iglesias han vuelto a los altares después de una valiosa y exquisita restauración.
Y le deseamos que pueda seguir haciendo esta buena labor durante muchos años.
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