por Isidro Martínez Sánchez y Emilio Cintora Ruiz
Queremos recoger aquí distintas facetas del oficio de pastor. Para ello hemos contado con dos personas de excepción. Isidro Martínez Sánchez y Emilio Cintora Ruiz.
Isidro cuenta con la experiencia que le dan sus más de 86 años, y una memoria envidiable. Emilio es el pastor que actualmente lleva el ganado en Trébago.
Por eso del respeto a la edad, empezamos con Isidro
La Voz de Trébago (LVT): Isidro, ¿cómo empezaste de pastor? Isidro Martínez (IM): Yo empecé a ir de pastor cuando tenía 8 años, con Isidro Martínez Torres, de Trébago. Y luego, hasta los 14, fui de pastor para Hilario Martínez Torres y para Celestino Delgado, con los que estuve 4 ó 5 años, y luego abandoné el pastoreo. A los catorce ya me puse de criado para labrar, para ir de viaje, a lo que fuera, para lo que me mandaran. De sol a sol. Aquí no había horas. Lo mismo estabas 10 horas que 20 que 40. Luego, en el año 1958, vino el Severino de Ágreda y me dice "Isidro, una cosa te voy a proponer, ¿quieres ajustarte de pastor para mí?", Y le dije que no. Yo, si quieres, vamos a medias los dos, yo las cuido, tú las pagas, y las ovejas para los dos. Y así lo hicimos. Estuvimos 2 años, pero luego veía que iba bien el asunto y a los 2 años dije: "Severino, que me pongo por mi cuenta". Fue el año 61 ó 62.
LVT: Había muchos pastores entonces? IM: Estábamos 14 ó 15.
LVT: ¿Recuerdas alguna fiesta en especial de aquella época? IM: En esa época era fiesta de los pastores el día de Jueves Lardero. Hacíamos una merienda en la ermita con lo que nos daban los amos: chorizo, huevo, tocino, lo que mejor les parecía a ellos. Nosotros hacíamos el rancho y lo pasábamos divinamente. Ese día, el amo que quería dejaba las ovejas en el corral y el que no, las teníamos que llevar, pero nosotros las llevábamos de un corral a otro sin comer, al corral de la Virgen, o al de Carabantes, o al de la Martillería, y luego cuando terminábamos la fiesta, íbamos otra vez a por ellas y todas revueltas las bajábamos al pueblo y las dejábamos todas en la calle y los amos las recogían. Cada una iba a su casa. Estaban bien enseñadas, eran listas. Por la noche, bajaban los de Valdelagua y armábamos una rondalla. Un tal Antón tocaba el acordeón, y los demás tocábamos una botella de anís , un almirez, y dábamos la ronda al pueblo todos los pastores, los de Trébago y los de Valdelagua, todos juntos.
LVT: ¿Por dónde ibas de pastor? IM: Por el campo. Yo primero empecé con 40 ovejas, y luego fui para la tía Faustina, el tío Basilio y para el tío Hilario, porque con el tío Román entró su hijo Tomás de pastor. Con ellos estuve dos años. Luego ya con la tía Luisa y con el tío Hilario fui otros 3 años. Entonces llevaba más ganado. En el mes de abril, el 3 ó el 4 de abril, me subía al monte, a la peña El Mirón, al corral, y entonces yo me estaba allá 3 ó 4 meses, hasta junio o julio, cuando se comía la rastrojera el ganado.
LVT: Y todo ese tiempo, ¿te quedabas a dormir en el monte? IM: No, me quedaba a dormir en casa. Pero las ovejas se quedaban allí una temporada. Yo bajaba todos los días a casa, una hora de camino para subir y otra hora de camino para bajar. Me juntaba mucho con los pastores de Valdegeña, El Villar, alguno de El Espino, y pasábamos el día por allá por Peñalaza, por el Mojón Grande y por el Boquete Castellanos, por todo eso.
LVT: Seguro que recuerdas más de una anécdota de aquella época, estando tanto tiempo en el monte. IM: Una vez que estaba en el mismo mojón donde está la caseta (que ahora el mojón lo han quitado), pues estaba yo allá tumbado, sería en el mes de mayo o así, estaba a la sombra del mojón y vino un señor que subía con un capusallo blanco y me dije "¿Quién será ese?", y resulta que era un fraile, era de Valdegeña y subía todos los días donde estaba yo, era sobrino del tío Benito de Valdegeña. Me decía "todos los días voy a venir a acompañarte", y nos íbamos desde el Mojón Grande hasta la Modorra, andando, y volvíamos, y luego él se bajaba a Valdegeña y yo quedaba allá tumbado o enredando, buscando alguna piedra. Otra vez, cuando la guerra, hubo unos italianos haciendo maniobras en lo de El Villar, y al hacer maniobras se fue una bomba a la fuente de las Vaniegras. Yo me subí a la fuente arriba con el ganado y la cogí, un proyectil así de grande [y gesticula abriendo los brazos y abarcando con las manos como más de medio metro], pesaba 17 kilos me parece. La subí al alto de la Peña El Mirón. La tuve los primeros 15 días en un pozo escondida en el monte. Y el día que ya la declaré, bajó mi padre a casa del forestal, que vivía en casa del Moro y le dijo, "uy, esto es una granada, ¿no le ha explotado a este muchacho? No, está en casa...", vino el hombre y la vio y dijo "tenemos que dar cuenta a la Guardia Civil", y al otro día vino la Guardia Civil, me llamaron a mí, fui yo con la Guardia Civil. Hicieron lumbre, echaron estepas al lado de la granada y luego se le metió fuego y entonces echamos a correr y explotó.
LVT: Aunque te podía haber explotado en las manos... IM: Pero me salvé. Era más de medio metro de larga, era una granada enorme de grande.
LVT: ¿Alguna otra anécdota? IM: Los pastores, cuando estábamos juntos, nos jugábamos los cencerros, pero luego el que perdía, cuando iba a casa sin cencerro le decían, ¿dónde están los cencerros? Y le caía una bronca.
LVT: Tú, ¿en qué año naciste? IM: Yo nací en 1921. Voy a cumplir 87 años.
LVT: ¿Cuánto andas cada día? IM: Ya ando poco. Una hora u hora y media, pero ya ando menos. Si antes andaba 4 kilómetros la hora, ahora no llego a 3. Voy más despacio, ando 200 metros y me paro un poquito. Ya no es la soltura que tenía antes. Tengo soltura pero no toda la que tenía que tener.
LVT: La jornada, ¿la hacías de todo el día? IM: De sol a sol, y en el verano hasta las 12 de la noche o la 1 de la madrugada.
LVT: ¿y cómo volvíais de noche cuando no había luna llena? IM: Muy bien
LVT: Os sabíais el camino de memoria... IM: Sí, de memoria. Y el ganado, igual. Te ponías delante del ganado y te seguían. Por la noche comían cuando mejor. Por la mañana te levantabas a las 4, hasta las 10 ó las 11. Luego a las 5 hasta la 1 ó las 2. Y el ganado, tú a lo mejor estás en el verano cuando hace mucho calor, si tú te quedas aquí al raso, las ovejas no te creas que se irán de alrededor de ti. Donde se queda el pastor se quedan las ovejas, se irán 20 metros, pero vuelven donde estás tú. Conocen el terreno y conocen al pastor. Eso lo he hecho yo, y lo ha hecho el tío Felipe, y el tío Demetrio, se han quedado a la intemperie y no te creas que se les iban muy lejos las ovejas, ya se podía uno dormir tranquilo. Lo peor era la niebla, que se despistaba uno, ya sabes, una niebla ciega es mala, porque parece que ves aquí y no ves nada. Pero si no había niebla, yo me he tirado más sueños en este mundo allá... y las ovejas no se iban; es que los animales tienen conocimiento, no les falta más que hablar.
LVT: Y comer, comen lo que pillan... IM: Sí. Lo bueno mejor que lo malo. Pero a veces pasa que a lo mejor tienen ababoles, y como están tan florecidos van corriendo a los ababoles, se los comen y se inflan, y luego tienes que estar venga a enjabonar, venga a enjabonar.
LVT: Eso te iba a decir, que hay alimentos que no les convienen... IM: No, no les convienen porque se inflan. Pero luego ya vas preparado... vas preparado con el jabón, llevas el jabón en los bolsillos y luego les metes un trozo de jabón en la boca a cada una de las que se inflan, les tapas la boca, se tragan el jabón y se desinflan. Una vez estaba yo en la balsa, en un rinconcillo que hay ahí, y estaba el difunto tío Cipriano y me dijo: "Qué haces ahí?" y le dije: "¡Pues qué voy a hacer, que se me han ido las ovejas y estoy dándoles jabón!"; había que darles una por una. Otras pegaban un salto y ya se caían muertas.
LVT: Eso por los ababoles. ¿Y hay alguna otra planta que no deban comer? IM: Hay otra hierba que parece esparceta también. Una vez estaba yo en Valdelacalera con el ganado y estaba el Eulogio de Fuentestrún, que estaba de pastor para el Severino, y le vine yo a chiflar, porque en la solana, eso que vamos al Juncar, a la derecha, en el mes de junio y el mes de mayo no se pueden meter ahí, porque hay una hierba que parece esparceta y se inflan y se mueren. Ésa es que se mueren radical, no es que se inflen. Se la ha comido ahora y a los diez minutos ya está patas arriba. Es como esparcetilla. Una vez, ese mismo, estaba yo venga a gritarle desde la Peña el Mirón, venga a chiflarle, que se bajaba a casa a Fuentestrún, y no sé si hizo caso o no oyó bien, y se le echaron a perder unas cuarenta. Al otro día, por la mañana, yo me iba a soltar a la Peña el Mirón, y estaba ahí en el alto de la Matamuñarro y oigo un cencerrillo y me volví y había en la dehesa por lo menos unas cuarenta ovejas o cincuenta que había dejado, tontas. Bajé y estaban medio atontadas. Lo llamé y me dijo que se le echaron a perder entonces setenta u ochenta ovejas.
LVT: ¿De las mismas? ¿Fue el mismo día? Unas se le murieron de repente... IM: Unas se mueren de repente y otras se quedan como tontas. No sé qué haría con ellas, las vendería para carne o lo que fuera...
LVT: O se las echaron a los buitres... porque cuando se moría una oveja, ¿qué hacíais con ella? IM: A los buitres.
LVT: ¿La dejabais en el campo? IM: Y los buitres se la comían en 5 minutos. Qué olfato tendrán esos animales, que se muere un animal aquí y al momento ya están los buitres picándole.
LVT: Hacen una buena labor, limpian mucho. IM: Eso sí es verdad, limpian. Eso no habrían de quitarlo nunca, porque yo he visto morir una oveja, en los Cerros me parece que estábamos, al Martín se le murió una oveja y fuimos más arriba y a lo que volvimos ya no había nada, ya se la habían comido. Mira si limpiaban los buitres.
LVT: Y perro, ¿llevabas? IM: Sí. Yo el primer año no, pero luego el segundo sí. Yo llevaba un perro. Todos llevábamos perro. A cual mejor.
LVT: ¿Y cómo lo amaestrabais? IM: Muy bien. Sólo hay que saber enseñarles.
LVT: Y eso, ¿ cómo lo hacíais? IM: Tú ahora coges un cachorrillo, le coges una oveja y le muerde. Y le vas enseñando como a un niño pequeño que no sabe andar, y al cachorrillo le enseñas tú a amaestrarse. Le coges una oveja y al momento la dejas. Luego corre detrás de ella y le dices: "¡anda a por ella, anda a por ella!". Luego le vas poniendo en los sembrados en los orillos y le vas renegando: "¡quieto ahí, quieto ahí!" hasta que se queda quieto. Luego se está un ratico. Y cada día un poco más y cada día un poco más... y salen estupendos. Valen más que una persona.
LVT: ¿Y tienen que ser de alguna raza especial? IM: Sí, tienen que ser de estos perros que teníamos entonces y decíamos que tenían que tener siete pezuñas, cinco aquí y dos a un lado. Ese era el del ganado, dos a un lado y las otras cinco delante.
LVT: Y esos, ¿que raza son? IM: Pastores. Yo he tenido unos cuantos, porque yo tenía una que se llamaba Fabiola, la mejor perra que he visto en mi vida. Esa no comía pan, comía pastas. Era golosa, porque como mi sobrina Esther tenía tienda, todos los días iba allí a comer pastas. Yo tenía buenos perros. Y otra vez tenía un perro que se llamaba Juanito. Buen perro. El día de San Juan venía yo a la una de la mañana con el ganado a casa y se había ido mucha gente con el autobús a los toros a Soria y habían venido a eso de la una o las dos; y el perro ese en cuanto entraba en la carretera se subía a los orillos de los senderos, no había que mandarlo, que ya sabía dónde tenía que ir. Y al entrar de la balsa al pueblo, por donde están los caminos de la parcelaria, el perro no sé yo si barruntó que alguna oveja se iba a meter en algún huerto, fue a pasar y pasó el coche y me lo mató. Tuve un disgusto con él... Yo he tenido buenos perros, siempre. El Felipe llevaba un perro... Mateo le llamábamos; el mejor perro que se ha visto nunca, porque alguna vez que me iba yo con las cabras, ahora que ya no iba pastor, me buscaba y se iba el perro con cualquiera. Todos los perros no iban con todos...
LVT: Cada uno tenía su dueño... IM: Si era más voluntario, iba con el ganado. Porque yo tenía una perra que con el pastor no quería ir, pero iba con el ganado y lo cuidaba y al pastor no se le arrimaba, a mí sí. A mi hermano que lo quería mal no se le arrimaba, pero se iba con el ganado. No había que mandarle, iba por el orillo, se cruzaba al otro... hacía lo que quería... Los animales...
LVT: Parece que tienen conocimiento. IM: Sí, sí. Los animales tienen que cuidarse como Dios manda. Cuando tenía a mi lado a la perra Fabiola, yo cerraba el ganado y me iba a casa, y la primera hacienda que hacía era subirse al cargadero que tengo en el corral. Vigilaba toda la casa, y hasta que no la llamaba se quedaba allí, toda la noche.
LVT: Además de ver al ganado vigilaba la casa... IM: Mis sobrinos, que eran pequeños, los de la Valen, bautizaron a los perros Fabiola y Balbino en casa.
LVT: Pero eso era cuando tú eras ya mayor, ¿no? IM: Sí, ya era mayor yo e iba con mi ganado. En el año 60.
LVT: Porque luego ya tú te hiciste ganadero, ¿no? IM: Como decía al principio, después de estar con el Severino de Ágreda me puse por mi cuenta, por el año 1961 ó 62. Las primeras ovejas que me compré las compré en Fuentetecha. 109 parejas. Me salieron estupendas. Cuando las ajusté con el vendedor no llevaba más que 25.000 pesetas, no tenía otras. Le dije "yo no puedo pagar más que 25.000 pesetas" y me dijo: "no te apures, tú llévate las ovejas y no pagues nada". El hombre confió mucho en mí. Y el día 27 ó 29 de agosto vendí los corderos. Si tenía 109 ovejas, tenía 109 corderos. Vino uno de Pozalmuro y el Isidro de la tía Veneranda a comprármelos porque no habían visto corderos como los míos. Y se los vendí a los dos, y con ese dinero saqué para comprarme otras 50 ovejas y los gastos que había tenido y pagar las otras. Fui a pagarle al de Fuentetecha y no me quería coger el dinero, y dijo "aquí está el tío Blas, compra todas las que te dé la gana". Tropecé con una persona muy buena.
LVT: ¿Dónde cae Fuentetecha? IM: Vas por la carretera general, de Matalebreras a Soria, y nada más pasar el Alto de la Omeñaca está Tozalmoro y luego Fuentetecha. El día 3 de febrero las compré, y las pagué en agosto. Y vino el hombre y me dijo: "Isidro, compra todas las que quieras". Me fui defendiendo y sí compré, porque mi hermano me dijo: "dame parte a mí también" y fuimos los dos. Y vendimos el 30 de diciembre todas.
LVT: ¿Y hasta cuándo estuviste de pastor? ¿Cuándo dejaste definitivamente el oficio? IM: Lo dejé 19 años después de que se metiera mi hermano. Ya no me faltaban a mí para cumplir más que 5 años.
LVT: ¿A los 60? IM: 63 años tenía cuando lo dejé. Luego fui dos años con las vacas de los Núñez. Cuando mi hermano se fastidió la vista ya no quiso seguir. Yo sí quería seguir, pero mis hermanas empezaron a renegar "vas a llevar una vida mala". Luego se creó una sociedad en el pueblo en el año 60, se compró un tractor para la sociedad... Nosotros teníamos una caballería, otros tenían otra, y así íbamos tirando todos.
LVT: Y ya te dedicaste sólo a la agricultura. IM: Sí, a la agricultura. Y entonces, cuando me faltaba un año para jubilarme, puse las tierras a renta.
LVT: Pero ya habías dejado las ovejas un año antes... IM: Un año antes dejé las ovejas. Yo me hacía las ovejas y hacía lo que tenía que labrar. No te creas que me estaba durmiendo.
Emilio Cintora Ruiz es el pastor que actualmente apacienta sus ovejas en el término de Trébago. Hoy ronda los 50 años de edad, pero empezó su andadura en Ágreda, a los 5 ó 6 años, acompañando a su padre y sus hermanos. En aquella época había en Ágreda unas 15.000 ovejas.
La Voz de Trébago (LVT): ¿Por qué viniste a Trébago? Emilio Cintora (EC): Por la repoblación. Al llevarse a cabo la repoblación forestal en Ágreda disminuyeron los pastos, y hubo que buscar pastos nuevos.
LVT: ¿Cuánto tiempo llevas en Trébago? EC: Unos 8 ó 9 años.
LVT: Así que ya casi eres del pueblo... ¿cómo te organizas? EC: Vivo en Ágreda y voy y vengo con la furgoneta. Las ovejas duermen aquí. Las suelto a las 11 de la mañana, hasta las 8 ó las 9 de la noche.
LVT: ¿Eso lo haces en invierno y en verano? EC: No. En verano las cierro y las suelto de 6 de la mañana a 12 de la noche, aunque a mediodía, de 12 a 6, las guardo en el corral. En invierno las suelto de 11 de la mañana a 6, 7, 8 de la tarde, dependiendo del tiempo.
LVT: En el oficio de pastor, los perros son una herramienta fundamental. ¿Cuántos tienes? EC: Suelo tener 2 ó 3 perros, buenos.
LVT: ¿Cómo los preparas para que hagan su trabajo? EC: Se compra o se cría un cachorro y se le va enseñando poco a poco. Se coge una oveja de la mano y que muerdan una pata, poco a poco. Si no tienen afición no sirven, y se desechan.
LVT: ¿Cuántas ovejas sueles llevar? EC: Unas 600 ovejas.
LVT: ¿Cuándo guardas fiesta? EC: Es éste un oficio duro, ya que se trabaja los 365 días del año.
LVT: ¿Hay ahora algún patrono especial de los pastores? EC: Antes se celebraba la Virgen de agosto, pero ya se ha perdido.
LVT: Siendo un oficio duro, habrá pocos pastores... EC: No quedan pastores. En la actualidad hay uno en Castilruiz y dos en Matalebreras, que uno viene a Fuentestrún.
LVT: Estando todo el día en el campo, ¿cómo solucionas el problema de la comida? ¿tienes algún tipo de comida especial? EC: La comida especial era la caldereta (cordero a la pastora), pero como no se puede hacer fuego, la comida se trae de casa en el morral o la alforja.
LVT: ¿Tienes algún problema con los animales salvajes? EC: Por aquí no hay lobos, y buitres tampoco. Zorros sí que hay muchos y se comen a los corderos recién nacidos. Como no se los pueden llevar, se comen la mitad y luego lo vomitan para que coman las crías. A mí, este año, me han matado por lo menos 40 saltando al corral, lo que no me había pasado nunca en 40 años.
LVT: ¿Qué comen hoy las ovejas? EC: En el campo, pasto y rastrojera. En casa maíz a granel, paja y cebada.
LVT: En el campo, ¿comen de todo? EC: Hay que tener cuidado, porque con los ababoles se inflan y revientan. Por eso, hay que cuidar de que coman "a corros", para que les baje la "manforina" y puedan seguir comiendo. Hay una hierba que se llama "belegambres" que les puede provocar la muerte. Y hoy en día son muy peligrosos los herbicidas.
LVT: Es costumbre echarles sal a la ovejas... EC: Se les echa sal en bolas para que chupen. Si no tienen, cada 20 días hay que ponerles. Si no tienen sal se comen la tierra. Es una necesidad que tienen.
LVT: ¿Estando siempre al aire libre, no siempre el tiempo es bueno. ¿Qué pasa si llueve o nieva? EC: Cuando llueve no queda más remedio que aguantar y mojarse. Si nieva se dejan las ovejas en casa.
LVT: Una parte importante de la vida pastoril es el esquilo. ¿Cuándo y cómo se hace? EC: Se esquilan en junio. Antes se esquilaban a mano, con tijera. Ahora se esquilan con máquina eléctrica. Se busca a un profesional y si es bueno esquila una oveja en un minuto.
LVT: Todo el día en el campo se tiene que hacer largo. ¿realizas alguna actividad especial? EC: Para pasar el tiempo sirve algún periódico y el teléfono móvil. A mí, el teléfono móvil no me ha hecho falta nunca, pero es buena cosa llevarlo por si hay algún problema.
LVT: ¿Y algún tipo de artesanía? EC: Con un cuerno de vaca se hacía la "tolodra", una especie de vaso hecho con él. A veces se decoraba con dibujos y las iniciales del pastor. Y con piel de cabra se hacían Morrales, zagones, polainas y espalderos.
LVT: Para terminar, preguntamos a Emilio si se sabe alguna canción típica pastoril, a lo que nos responde:
Ya se van los pastores a la Extremadura ya se queda la sierra triste y oscura.
Ya se van los pastores para la cañada ya se queda la sierra triste y callada.
Ya se van los pastores ya se van marchando más de cuatro zagalas quedan llorando.
Nota de la redacción. ¿Será por eso del trabajo duro que Isidro, a sus casi 87 años, se siga recorriendo el término de Trébago andando de 3 a 4 Km. a la hora durante una o dos horas cada día, sea un asiduo de las actividades de Gimnasia de mantenimiento que se desarrollan en Trébago organizadas por la Asociación de Jubilados y Pensionistas "Virgen del Río Manzano" y aún salga a bailar el Baile de la Virgen en las fiestas del pueblo? No sabemos la causa, pero desde aquí le damos la enhorabuena por esa "juventud", a la vez que deseamos a Emilio la misma salud y longevidad que la que ha tenido Isidro. Con nuestro agradecimiento a ambos por las informaciones suministradas.
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