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Mis charlas con... (III)



por Anita e Isidro Martínez Sánchez

Siguiendo con las charlas con Anita e Isidro, nos cuentan que decía su padre que "para el tío José se puede ir a trabajar de balde, porque lo primero que saca es el jamón".

Y que el tío Conrado, el padre de Domingo y de Sinda, era muy parecido al tío José. Era huevero, y el día del Pilar, que no era fiesta como ahora, era la fiesta de los hueveros, y éstos iban a Misa y guardaban fiesta. Y con el tío Conrado guardaban fiesta él y los que trabajaban con él.

De la fiesta de Jueves Lardero nos cuentan Anita e Isidro (a veces se quitan la palabra el uno al otro) que era fiesta que los pastores celebraban por todo lo alto. Ese día los amos les daban a los pastores bollo con chorizo (2 ó 3 chorizos dentro del bollo). Con todo lo que recogían hacían una merienda en la Virgen. Llevaban la llave de la casa por si llovía, volvían de noche, y se iban al café, en casa del Primín. El tío Demetrio, con lo mayor que era, menuda juerga tenía y lo alegre que era. El tío Demetrio, como el tío Felipe, que eran cuñados, eran pastores y cabreros. Después se subían todos a Valdelagua a juntarse con los pastores de allí.

Además del bollo, ese día los amos les daban propina (un duro, dos, cinco, dependía). Y las ovejas ... ¡que las soltara el que quisiera!, que ellos no las soltaban.

También nos cuenta la historia de Manolo, un chaval que un día le prendió fuego a su bardal... A este respecto, puestos en contacto con el tal Manolo (Manuel Valimaña Lavilla), que ahora vive en Puerto Real (Cádiz), nos cuenta la historia que le aconteció, de la siguiente manera:

Hace muchísimos años, siendo un crío, uno de los veranos que aparecí por ahí con mi madre, Paulina, oí hablar mucho de las fiestas de San Juan, de las hogueras que se hacen. El día antes de marcharnos fuimos a Valmayor. Pasamos el día y, al volver, yo me adelanté y con unas cerillas que le había quitado a mi tía Felicia por la mañana, le prendí fuego al bardal de la ANITA. El pueblo entero acudió a sofocar el fuego, las campanas repicaron llamando a los vecinos y yo, viendo el lío que había montado, corrí a esconderme a casa de la tía Faustina.

Desde ese momento Anita nunca me olvidó, y yo a ella tampoco. Cada vez que voy por ahí, la primera en visitar es a ella, y todos me conocían por "el Andaluz Incendiario".

Por otra parte, nos cuenta Isidro que en la solana, yendo hacia el Juncar, a la derecha, hay una hierba que si la comen las ovejas en el mes de mayo, se mueren. Una vez, el Severino, de Ágreda, las metió y se le murieron cerca de 80 (por el año 1970/74, cree recordar). Las llevaba el Eulogio, de Fuentestrún. La hierba es parecida a la esparceta.

Nos dice que si las ovejas comen ababoles se inflan, según cómo venga el aire. Si el aire viene cierzo, es malo, y hay que ponerlas al abrigo. Para curarlas se les metía un trozo de jabón en la boca, y se les apretaba el morro para que se lo tragaran, y así se conseguía que devolvieran. A él le pasó una vez, y les tuvo que dar jabón a 80 ó 90, consiguiendo salvarlas. Le ayudó en la tarea el tío Cipriano (Cipriano Sánchez).

Sobre las fiestas, nos comenta Anita que tradicionalmente se festejaba a la Virgen del Rosario y a la Virgen del Río Manzano. Hoy en día, por la poca gente que hay, sólo hay unos mayordomos, pero antiguamente había mayordomos de la Virgen del Rosario y de la Virgen del Río Manzano.

De la Virgen del Rosario todo el mundo era mayordomo cuando se casaba. Se entraba el día del Triunfo del Rosario, el primer domingo del mes de octubre. Se hacía procesión por la mañana y se sacaban las dos Vírgenes. Ese día se hacía el cambio de mayordomos (los que salían y los que entraban) y se hacía chocolate. Los mayordomos guardaban las cintas, los rosarios y los manteles de la Virgen en casa. Por la noche también había procesión, ya sólo con la Virgen del Rosario, por el barrio bajero, y se salía por el barrio alto hasta la Iglesia.

Antiguamente, la fiesta era el 8 de septiembre -la Natividad de la Virgen-, 9 meses después de la Inmaculada Concepción, (ahora son en agosto, el primer fin de semana después de la Virgen de Agosto, porque hay más gente). La víspera se hacía refresco, que lo daban los mayordomos para todo el pueblo. A cada mozo le daban dos rosquillas, y al que estaba soldado se le guardaban las rosquillas. Y plantaban el mejor árbol, "el mayo", en la puerta de uno de los mayordomos de la Virgen del Rosario, echándolo a suertes. Cuando lo dio Anita, hasta por la calle había gente tomando el refresco. "Y aún hubo tres mozas que preguntaron que si tenía whisky..., y se fueron un poco animadas".

Anita fue mayordoma porque se lo pidió a D. Dámaso Cabrerizo, el Secretario, ya que ella no se casó. Estuvo de mayordoma de la Virgen del Rosario con Isabel Córdoba, el año que nació su hija pequeña. Aunque se era mayordoma todo el año, se repartían el trabajo seis meses cada una. Todos los sábados había que ir a cambiarle la cinta, poner las velas y limpiar la capilla.

El primer día de la fiesta siempre ha sido el de la Virgen del Rosario. Se traía predicador y se le pagaba, a veces los mayordomos, a veces con el dinero del trigo "que no sería mucho" -indica Anita-.

El segundo día de la fiesta había Misa en el pueblo, a las 8 de la mañana, para los mayordomos de la Virgen del Rosario, y luego la de la fiesta, que es en la ermita con la Virgen del Río Manzano. Cuando se subía a la ermita también se subía predicador, que se pagaba con el dinero de la Virgen, y a veces lo pagaban los mayordomos.

Los músicos venían de Ágreda. Venían con la gaita y el tambor a casa a buscar a los mayordomos. Los llevaban a la iglesia y luego los llevaban a casa.

Cuando venían los músicos, se los repartían por las casas, entre los mozos, los vecinos del pueblo y los mayordomos. Recuerda Anita que cuando ella fue mayordoma de la Virgen del Rosario, quedaban tres músicos para repartir, y le dijo Pedro Córdoba ("el Periquín"): Tú llévate uno, y yo me llevo dos. El músico que le tocó a Anita era un poco raro para comer, pero le dijo "lo mejor que me como es un huevo frito con patatas". Eso le daba de comer, y después, cuando Anita ya no era mayordoma, aún iba a comer el huevo y las patatas a su casa alguna vez.

Hablando de las distintas Vírgenes, termina diciendo Anita que Gloria Largo comentaba que su madre, Vicenta Barranco, decía que había 11.000 nombres de Vírgenes, pero que Virgen sólo hay una.

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