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La supervivencia de un pueblo
por Pedro Barranco
Un pueblo es una comunidad de personas que viven en una determinada zona, con unos límites territoriales, gobernadas por un jefe de tribu en el pasado y actualmente por un regidor o alcalde, donde existen recursos naturales, tierra, agua, sol y aire que posibilitan los medios económicos para poder vivir.
Trévago, un pueblo antiquísimo, de origen celtibérico según vestigios encontrados, donde también estuvieron los árabes, que dejaron huellas como el torreón de la iglesia, y posteriormente los romanos que marcaron su estancia en las letras del pósito, lo que demuestra que con los cereales, los pequeños huertos y algunos animales al menos se podía subsistir aunque sea malamente, pues cuando había 400 habitantes para poder hacer un poco de dinero era necesario emigrar bien hacia las Américas o a otras regiones españolas con gran infraestructura industrial.
Hoy, con unos 70 censados hace unos años, han aumentado a 120 aproximadamente, aunque no viven durante el año más que una veintena de personas, y los fines de semana acuden desde Soria y otros lugares muchos trevagüeses a descansar de la rutina del trabajo y reponer fuerzas para la semana laboral que les espera.
Y a pesar de que van quedando ya pocos mayores, y muchos por imperativo de edad tienen que vivir con sus hijos o tal vez en residencias si carecen de descendencia que les pueda acoger en su tercera edad, en este principio del siglo XXI han fallecido hombres que han dado mucho de sí con su esfuerzo, su inteligencia y su cariño forjando generaciones que continúan en hijos y nietos poblando al menos en época vacacional las casas de Trévago.
Podemos citar a compañeros y amigos que se nos han ido recientemente todavía como Teófilo Tutor, Melchor Córdoba, Pepe Lázaro, Florentino Largo, Cecilio Tutor, Alejandro Córdoba, además de mi padre Pedro Barranco que falleció hace tres años (pido excusas si he olvidado a alguno) pero parece ser que las mujeres son las más longevas, tal vez porque saben cuidarse más, y tienen un espíritu más fuerte que nosotros.
Desde luego sus hijos han tenido un futuro más alentador y más confortable que ellos, y sus nietos posibilidades universitarias porque son gente con ganas de crecer y de prosperar en la vida.
Me agrada el espíritu de amistad, de solidaridad, de convivencia entre los jóvenes, que va cimentándose en el transcurso de los años desde la más tierna infancia, y también entre jóvenes y mayores, padres e hijos unidos jugando a las cartas, charlando, compartiendo un proyecto de vida.
¿Cómo puede prosperar un pueblo donde cada uno anda por su lado y nadie se preocupa de los demás?
En la presente coyuntura, con la parcelaria que permite trabajar la tierra con mucha más facilidad, cosa que ha costado largos años de resistencia, y ha sido en general un beneficio para todos, además de realizar otros trabajos durante el resto del año y los ingresos al erario municipal de la pronta instalación de la energía eólica, o molinos de viento como diría Don Quijote, y la subasta del coto de caza y pastizales van a permitir realizar mejoras importantes, como la reparación de las averías del suministro de agua, el nuevo consultorio médico, la solicitada reparación del poste de televisión, deseando llegue pronto el permiso de Diputación para realizarla, así como la limpieza de las casas caídas y el adecentamiento de la balsa son algunas cosas que el nuevo Ayuntamiento, presidido por nuestra alcaldesa (Conchita para los amigos y vecinos, y Dª Concepción Delgado Escribano oficialmente) ha llevado y está llevando a cabo en este breve tiempo desde que preside el Ayuntamiento de Trévago.
Creo que a pesar de las circunstancias socioeconómicas que requieren otras coyunturas que no sean exclusivamente la pequeña agricultura y ganadería, Trévago, con la perseverancia de las generaciones futuras, tiene más que asegurado como pueblo la supervivencia, pues solamente el aire puro que se respire vale la pena.
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