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Virgen del Río Manzano



por Eulalia Pérez Lázaro, Isabel Córdoba  Ruiz y Concepción Delgado Escribano

A lo largo del año, tres hechos marcan la actividad religioso-festiva de Trébago, relacionados con la Virgen del Río Manzano, de la cual hemos sido Mayordomas estos últimos años.

La Fiesta
El 8 de septiembre, nueve meses después de la Inmaculada Concepción, se celebra en el calendario litúrgico la Natividad de la Virgen. Ese día ha sido tradicionalmente fiesta en Trébago y en muchos pueblos de España. Eran las fiestas que marcaban el final de la recolección, y la gente lo celebraba, como final del arduo trabajo del verano y acción de gracias por la cosecha recogida, con varios días de fiesta.

Desde el año 1985, se traslada en Trébago esta fiesta al mes de agosto y se celebra el primer fin de semana después de la Virgen de agosto.

La víspera de la fiesta, viernes por la tarde, antes del Baile de la Virgen, se recoge el trigo que ofrecen los agricultores. Después, en la Iglesia, los niños hacen la ofrenda y posteriormente los hombres bailan, de tres en tres, ante la Virgen del Río Manzano, la Virgen de la Asunción y la Virgen del Rosario.

El primer día de la fiesta, por la mañana, la Virgen del Río Manzano sale en procesión, antes de la misa, junto a la Virgen del Rosario y recorre la calle Alta, la calle Ancha y sube por el centro del pueblo hasta la Iglesia. Por la tarde recibirá el homenaje, a ritmo de dulzaina, de los hombres nacidos en el pueblo (hoy se permite bailar también a aquéllos que, aun no habiendo nacido en el pueblo, son descendientes de personas que nacieron en Trébago), antes de preparar su partida hacia la ermita, que tendrá lugar el segundo día de la fiesta.

El segundo día de la fiesta, la Virgen se va a la Ermita en procesión. Dice adiós a Trébago volviendo su vista al pueblo desde el huerto de los ramos, donde los trebagüeses la despiden con una Salve. Desde el año 1999 se ha recuperado la tradición de subirla andando.

La llegada a la pradera de la Ermita marca el comienzo del adiós definitivo, con la consiguiente subasta de "los banzos", para terminar con la puja de cada banzo para los que, agradecidos, quieren colocarla en su trono y participar un poco más de cerca en la celebración.


La Pascua (Domingo de Resurrección)
Desde su ermita, la Virgen del Río Manzano contemplará la llegada del duro invierno, la caída de las hojas de los árboles y la llegada de las primeras nieves que cubrirán el Moncayo.

Permanecerá recogida en su casa hasta el día de la Pascua de Resurrección. Ese día, la Misa se celebra en la Iglesia del pueblo, y posteriormente se sube al Niño a la Ermita. Allí saldrá la Virgen, vestida de luto, con la cara tapada con un negro velo, a la espera del Niño resucitado, que llega desde el pueblo. Preparar al Niño y subirlo ha sido siempre responsabilidad del Tesorero de la Corporación Municipal. Antiguamente, de acuerdo con el Tesorero, lo subían las chicas que los viernes de Cuaresma pedían por las casas para el Santísimo.
Tres besos se dan la Madre y el Hijo, simbolizados en tres choques de los banzos de las peanas en las que está cada uno, y se descubrirá la cara de la Virgen, que todos podrán ya contemplar sin el velo que la cubría.

Entrará primero el Niño en la Ermita, y la Virgen quedará un rato en la pradera, donde se procederá a la celebración de la subasta de las agujas que, al retirar la mantilla de la cara de la Virgen, aparecen prendidas en su manto. Aprovechaban esta ocasión los nuevos novios para tener un cumplido con sus novias.

Después de la subasta la Virgen entra en la Ermita y las autoridades pasaban a degustar los bollos y el refresco con el que les obsequiaban los mayordomos en la casa del santero. Mientras tanto, el resto del pueblo comía el bollo en la pradera, remojado con algún vino dulce.


La Virgen vuelve al pueblo
Después de la Pascua de Resurrección, el Niño baja a la Iglesia y quedaba la Virgen en la Ermita hasta que el domingo anterior a la Ascensión abandonaba su casa de invierno para contemplar la primavera desde la Iglesia del pueblo.

Ese domingo la Virgen vuelve al pueblo. Todos salen a su encuentro hasta el huerto de los ramos, donde entonan de nuevo el Salve Regina.

Al llegar a la Puerta Verde comienza la subasta de los banzos con la pregunta en voz alta: "¿hay algún devoto o devota que quiera mandar por los banzos de la Virgen?" Y cuando alguien hace la oferta, se le dice "¡Pase a tomarlos!". La propiedad de las viviendas va marcando, generalmente, el orden en las ofrendas.

Ya entrada en la Iglesia, la puja resolverá quién toma el banzo delantero de la derecha, el de la izquierda, el trasero de la derecha y el de la izquierda, para colocarla en su lugar.

Y allí permanecerá hasta que se celebren de nuevo las fiestas de la Natividad.


Notas:
En la actualidad la Virgen del Río Manzano permanece en la Iglesia del pueblo durante todo el año para evitar robos, pero se siguen celebrando todos los actos que describimos anteriormente. Para ello, previamente a los actos, las mayordomas preparan la Iglesia y la Ermita, suben a la Virgen, prenden las agujas en el manto, y dejan aquello dispuesto para que todo "sea como antes".

Por otra parte, en la subasta de la Pascua se van añadiendo a la agujas otros artículos que dona la gente, tales como dulces, quesos, vinos, etc., que, en definitiva, permiten obtener con su subasta unos recursos destinados al mantenimiento y reparación de los edificios religiosos. En la actualidad está ya en marcha un proyecto para reparar la Ermita, cuyo tejado necesita un arreglo urgente, necesario para evitar males mayores.

Como dato curioso, en el mantel que se suele poner en el altar de la Ermita en estas celebraciones aparece la inscripción:
"N.M. A Devoción del Presbítero D. Anselmo Sánchez Cabello. Año 1871. N.M."

Este año 2003, debido al mal tiempo, no se pudieron celebrar en la pradera de la Ermita los actos de la Pascua, y se celebraron todos dentro de la Ermita.


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