por Isidora Escribano y Emiliana Montes
La preparación la hicimos este verano, en agosto. Lo primero que llama la atención es lo fácil que es hacerlo, y cómo, a partir de algo que mancha tanto, como es el aceite o la grasa, se puede preparar un producto que limpia tanto y tan bien.
Ingredientes:
10 litros de aceite (del que ya no se usa para alimentación por haber sido de guardar chorizos, o de freir,etc.).
2 Kg. de sosa cáustica.
10 litros de agua.
Se pusieron los 10 litros de aceite en un bidón y se añadió con mucho cuidado la sosa cáustica, dando vueltas a la mezcla con un palo. (La sosa cáustica puede producir graves quemaduras, por lo que hay que manipularla con cuidado y evitando que toque la piel y sobre todo la mucosa y los ojos). Posteriormente se fue añadiendo el agua y, en este caso, 2 vasos de jabón de SKIP para que haga espuma, aunque esto, lógicamente, no era habitual en épocas pasadas.
Aunque inicialmente todo esto se hizo en frío, era curioso observar cómo el bidón se calentaba, debido a la reacción química de la grasa con la sosa cáustica.
Se dejó la mezcla en reposo durante toda la noche, y a la mañana siguiente se puso a calentar con fuego durante una hora y cuarto aproximadamente.
Al cabo de ese tiempo se dejó enfriar un poco y se volcó en unas cajas de cartón para dejarlo ya enfriar y endurecer definitivamente.
Al día siguiente la mezcla estaba ya prácticamente solidificada y pudo cortarse con un cuchillo en forma de cuadrados o rectángulos que luego se usarán ya para lavar.
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Nota: En nuestra fabricación pusimos los mismos litros de agua que de aceite. Si en lugar de aceite se hubiera puesto grasa, tendríamos que haber puesto más cantidad de agua que de grasa (casi el doble) y de sosa la misma cantidad, es decir, por cada 5 litros de aceite, ó 5 Kg. de grasa, 1 Kg. de sosa cáustica y 5 litros de agua si se pone aceite, u 8 litros de agua si se pone grasa.
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