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Fauna y flora de los campos de Trébago. Los árboles y arbustos



por Marcos J. Clavel Pardo

Son de sobra conocidos los múltiples beneficios que los bosques nos proporcionan. Unos son directos, es decir, se pueden evaluar económicamente (leñas, madera, resinas, frutos, caza, etc.) y otros indirectos, de muy difícil o casi imposible evaluación económica, como pueden ser el efecto protector y generador de suelos, regulación del ciclo del agua, hábitat de una gran diversidad de fauna, beneficios ornamentales y paisajísticos, etc.

Por todo esto, consideramos de interés dar a conocer aquellos árboles y arbustos que se encuentran en Trébago, tanto en el monte como en el mismo pueblo, ya sean autóctonos o procedentes de otros países y que, con el fin de adornar y embellecer nuestro pueblo, han sido plantados en diversos lugares del mismo.

Vamos a describir en primer lugar aquellas especies que conservan sus hojas durante el invierno (especies perennes), dejando para próximas revistas aquellas otras que las pierden en otoño (especies caducas). Las especies perennes no es que no pierdan sus hojas; lo que sucede es que cada hoja vive en el árbol varios años, siendo la caída de las mismas gradual y escalonada en el tiempo, dando así la apariencia de tener siempre las mismas hojas.
Las especies perennes que podemos encontrar en Trébago son:

Acebo Acebo (Ilex aquifolium). Se caracteriza este árbol por presentar sus hojas un color verde oscuro y brillante, así como un borde más o menos ondeado y espinoso, como medida de protección contra la posible fauna que quisiera hacer de ellas su alimento. Esta medida protectora va desapareciendo según las hojas van tomando altura en el árbol y quedando fuera del alcance de los dientes de estos animales. Sin embargo este follaje siempre verde y espinoso sirve de refugio para otros muchos animales que encuentran en él un abrigo en los fríos días de invierno. Su fruto de color rojo coral sirve de alimento a una gran cantidad de animales en la época en que existe más dificultad para encontrar comida.

Es en esta época del año cuando aparece el acebo con toda su belleza, lo que le ha llevado a ser muy utilizado como adorno navideño, como consecuencia de esto las poblaciones de acebo sufrieron una gran disminución, temiéndose incluso su extinción, razón por la cual en muchas comunidades autónomas se le ha declarado especie protegida, quedando prohibido el corte, así como la venta y comercialización de partes de esta planta.

Encina, carrasca Encina, carrasca (Quercus ilex). Aunque no muy abundante en nuestro monte, sí hace acto de presencia este árbol, conocido de todos (aunque sólo sea de oídas). Presenta la carrasca unas hojas coriáceas (de consistencia recia pero algo flexibles), con el borde más o menos dentado y espinoso, como en el caso del acebo, pero con un tamaño mucho menor y presentando un color verde oscuro nada brillante por un lado (el haz de la hoja), y blanquecino-grisáceo por el otro (envés). Su fruto, en forma de bellota de color marrón oscuro, es muy buscado por una gran cantidad de animales (roedores, aves, jabalíes, etc.) que intentan hacer con ellas, o a base de ellas, un acopio de reservas para pasar el invierno. Su madera es dura y compacta y su leña de gran poder calorífico, es la más estimada y usada para el carboneo.

Enebro común Enebro común (Juniperus communis). Arbusto conocido en nuestro pueblo como sabino, es fácilmente reconocible por sus hojas agrupadas de tres en tres, teniendo forma de aguja (hojas aciculares), rígidas y punzantes, ya que se rematan en una punta muy aguda. Son casi planas y en la parte superior presentan una ancha banda blanquecina. Es una especie muy rústica, de muy lento crecimiento y que resiste fríos muy intensos. Con su fruto, de color negro-azulado cuando está maduro, se prepara la ginebra, aparte de otras bebidas alcohólicas de destilación, licores e infusiones.

Pino albar Pino albar (Pinus sylvestris). Este es una de las tres especies de pinos que se encuentran repoblando los montes de Trébago. Se distingue de sus otros dos congéneres en que es el pino que tiene las acículas o agujas más cortas, de 3 a 7 cm. de largo, así como la piña más pequeña, estando ésta unida a la rama por un corto pedúnculo o "rabito". La corteza se desprende, en la parte alta del tronco y en la base de las ramas, en delgadas láminas de color anaranjado o pardo-rojizo, lo que le hace muy fácilmente identificable, aun a grandes distancias. Su madera es, probablemente, la más comercializada a pesar de ser de calidad algo variable. Es en los pinares de esta especie en donde aparecen los rebollones o níscalos (Lactarius delicious), cuando las lluvias y las temperaturas lo permiten.

Pino negral o pudio Pino negral o pudio(Pinus nigra). El segundo representante de nuestros pinos presenta unas acículas relativamente grandes, de 8 a 15 cm. de largo. Sus piñas son algo más grandes que las del pino albar y no presentan pedúnculo. Su corteza es de color grisáceo o blanquecino, a veces algo plateada y resquebrajada. Es muy resistente a la sequía y a los grandes fríos invernales. Su madera se ha empleado mucho en construcción naval, siendo junto con la del pino albar la mejor de los pinos españoles.

Pino negral, negrillo o resinero Pino negral, negrillo o resinero (Pinus pinaster). Este último pino presenta la acículas más largas de todos los pinos españoles, con 15-27 cm. de longitud, así como sus piñas, que pueden alcanzar los 22 cm. de largo, presentando éstas unas escamas muy prominentes y punzantes. Estas piñas, decoradas con brillantes colores, pueden formar un bonito centro o un adorno navideño. La corteza de este pino es negruzca y áspera, de aquí su denominación de negral, así como profundamente resquebrajada. Su principal uso es la obtención de resina, de la que por destilación con vapor de agua se obtiene la esencia de trementina o aguarrás.

Cedro del Himalaya o deodar Cedro del Himalaya o deodar (Cedrus deodara). Podemos encontrar un ejemplar este árbol a la entrada del "coto". Su origen, como su propio nombre indica, es el Noroeste del Himalaya. Sus hojas, en forma de acículas de unos 4 cm. de longitud, son de color verde grisáceo, apareciendo en grupos sobre brotes laterales cortos, aunque pueden aparecer también algunas acículas aisladas en los brotes largos. Las ramas laterales, así como la guía terminal, suelen estar apuntando hacia el suelo, lo que le da al árbol un aspecto llorón o de ramas colgantes. Es muy empleado en jardinería, existiendo gran cantidad de variedades con distintas formas y colores.

Ciprés glabro de Arizona (Cupressus glabra). Todos los árboles que están pegados a la pared del coto son de esta especie, estando su origen en Estados Unidos. Sus hojas son en forma de escamas muy pequeñas, de color gris azulado, y con una diminuta mancha de resina blanca en el centro de la hoja. Es muy aromático, y si se estruja un ramillete con la mano notaremos un agradable olor. Su corteza es de color gris plata al principio, pasando después a ser púrpura con algunas manchas circulares pardo rojizas o amarillas, con exhudaciones de resina.

Ciprés común Ciprés común (Cupressus sempervirens). Camino del cementerio, y en su interior, podemos encontrar varios ejemplares de este árbol, que desde siempre ha sido asociado a estos lugares, así como a otros de recogimiento y meditación como son monasterios y conventos. Sus hojas, al igual que el anterior, son en forma de escamas muy pequeñas de color verde oscuro y sin manchas blancas, siendo en general poco o nada aromático. Existen dos tipos distintos de porte o forma de la copa, que se corresponden a variedades distintas del mismo árbol. Una es la variedad "Stricta", con forma estrecha y copa aguzada, la típica de los cementerios, y otra es la variedad "Horizontalis" con la copa abierta. Es un árbol longevo, pudiendo alcanzar los mil años de edad.

Falso ciprés de Lawson (Chamaecyparis lawsoniana). Arbol originario de los Estados Unidos y del que tenemos varios ejemplares en el cementerio. Al igual que todos los cipreses, tiene las hojas en forma de escama, y el color puede variar, teniendo en el mismo árbol tonos verdes y amarillos, lo que en jardinería se llama variegación, que no es una enfermedad sino una característica ornamental. La disposición de sus ramillas es en un plano, siendo además muy aromático.


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