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Los pósitos en España

por Luis Vecino Fuertes

Origen y fines
Los pósitos eran instituciones municipales, destinadas a almacenar cereales para su préstamo a los campesinos en épocas de escasez. También se les conoce como "vínculos" en Navarra, o "alhondigas" en Levante. Hoy, inexistentes ya en su uso, se recuerdan en algunos lugares como el depósito o almacén, o perpetúan su nombre de origen -pósito- como en el caso de Trébago.

Podían ser de dos clases según su origen. Por un lado estaban los pósitos municipales, fundados por los ayuntamientos. Y por otro estaban los pósitos píos, que tenían un carácter más benéfico o caritativo.

Su origen data del siglo XVI -aunque algunos los remontan a la Edad Media-, pero su generalización e importancia corresponde al siglo XVIII. Concretamente en el año 1751 es cuando se crea la Superintendencia de Pósitos, dependiente de la Secretaría de Estado de Gracia y Justicia, que regulará y centralizará su administración.

El préstamo tenía carácter social y no especulativo. Si se prestaba grano, había que devolverlo "con creces". Y si dinero, el interés medio que se cobraba oscilaba entre el 3 y el 4 %, que era sensiblemente inferior al del mercado abierto. Y no podía ser de otra forma, ya que quien acudía al pósito a pedir prestado lo hacía para paliar el hambre, o para poder sembrar. Así lo establecía la Real Cédula de 2 de Julio de 1792.
Contexto en el que surgen
Con los Borbones entra en España en el siglo XVIII el viento fresco de la Ilustración. Su corriente reformista preconiza el progreso y el desarrollo científico-técnico, como base para conseguir la felicidad del pueblo. Es la hora del "todo para el pueblo pero sin el pueblo", santo y seña del Despotismo Ilustrado de nuestros señores los reyes Felipe V, Fernando VI, Carlos III y Carlos IV.

Hombres como Campomanes y Jovellanos impulsaron desde sus cargos y con sus escritos las reformas. Instituciones como las "Sociedades Económicas de Amigos del País", promovieron y fomentaron el desarrollo de la enseñanza, de la agricultura, y de la naciente industria. Estas sociedades, de carácter oficial, existieron en casi toda España, llegando a fundarse durante la segunda mitad del siglo cerca del centenar. En Soria se solicitó la constitución de una de éstas, que fue aprobada el 19/XII/1777. No tuvo igual suerte Agreda, quien la pidió en 1786, no siéndole concedida por ser localidad pequeña.

Los fisiócratas, que defendían el valor de los recursos naturales como fuente de toda riqueza, veían la necesidad de reformar la medieval agricultura española. Su decadencia radicaba en sus deficientes recursos técnicos, en la falta de espíritu e iniciativa emprendedora de los campesinos y, sobre todo, en el desigual reparto de la tierra. Esta se concentraba en pocas e improductivas manos; la Corona, nobles y eclesiásticos.

El pequeño propietario, el arrendatario o el jornalero estaban en mala situación. Pechaban con las cargas tributarias, las rentas, los diezmos y los derechos señoriales, y tan apenas obtenían beneficio. Salvo en el Levante y en el Norte, en el resto estaban en condiciones precarias.

Este era el reto de los filantrópicos reformistas. Incrementar la producción agrícola con técnicas y medios modernos (obras públicas). Liberar al campesino de sus cargas feudales y dotarlo de instrucción, y repoblar con colonos los despoblados.

En este contexto de cambio surgen y se potencian los pósitos.
Régimen Administrativo
Los pósitos municipales los administraban los ayuntamientos, y los píos las instituciones eclesiásticas o los patronos.

Su administración centralizada data de 1751, como ya hemos dicho, pero cambiaron sucesivamente de dependencia y régimen administrativo. En 1792 dependían del Consejo de Castilla. En 1824 pasaron a la Secretaría de Estado de Hacienda. En 1877 pasaron a la administración de los Gobernadores Civiles. Finalmente, desde 1906 se transformaron en bancos de crédito agrícola, aunque dependiendo de organismos oficiales.

En general la gestión se llevaba directamente en cada pósito, y de forma bastante satisfactoria. No faltan quejas contra el favoritismo de ciertos mayordomos que repartían los créditos a su antojo, e incluso especulaban con sus fondos (como es el caso de la localidad guipuzcoana de Vidania). Como tampoco falta quien los considera ineficaces: "en la necesidad son inútiles porque faltan, y en la abundancia son gravosos porque sobran" (provincia de Extremadura en 1763).
Auge de los pósitos
La distribución geográfica fue desigual, pero estaba en relación con la situación de la agricultura en las diferentes regiones. En Murcia, Valencia, y Aragón fueron escasos, no existiendo prácticamente en la franja norte. En cambio eran abundantes en las dos Castillas, Extremadura y Andalucía.

Desde el año 1751, y mientras dependieron de la Superintendencia, el número de éstos aumentó de forma considerable así como sus reservas; fue su mejor momento. Si tomamos como referente el año 1773, los datos totales sobre el número de pósitos -municipales y píos-, sus fondos en dinero, y sus reservas en grano fueron los que a continuación citamos (datos tomados de Gonzalo Anes "Economía e Ilustración en la España del siglo XVIII" Editorial Ariel. 1969):

Datos del año 1773
  • Número de pósitos: 8.090
  • Reservas en trigo y harina: 7.261.413 fanegas
  • Reservas en granos menores: 351.437 fanegas
  • Fondos en dinero: 43.069.791 reales de vellón
Estos datos suponen un considerable aumento respecto a los del año 1751, ya que únicamente los pósitos aumentaron en cerca de dos mil.

En el caso concreto de la provincia de Soria, las cifras del año 1773 son las siguientes (las que aparecen entre paréntesis corresponden a Valladolid):
Datos de Soria en 1773
  • Número de pósitos: 670 (360)
  • Reservas en trigo y harina: 227.454 fanegas (175.475)
  • Reservas en granos menores: 25.235 fanegas (6.873)
  • Fondos en dinero: 869.310 reales de vellón (1.199.537)
Cabe especificar que de los 670 pósitos, 230 son municipales, y 440 son píos.

Sin embargo, para conocer realmente la capacidad de crédito habría que establecer una relación entre sus fondos y el número teórico de habitantes beneficiarios. El ya citado G. Anes ha establecido esta proporción para el año 1787, y ha dividido la capacidad de los pósitos de cada provincia por el número de habitantes de éstas; el resultado es un índice que sería el fondo por habitante/año.

Las cifras para elaborar este índice en Soria en el año 1787 son los siguientes (entre paréntesis seguimos poniendo la referencia de Valladolid):
Datos de Soria en 1.787
  • Población: 170.565 (196.839)
  • Trigo y harina en reales: 11.372.700 (8.773.750)
  • Granos menores en reales: 630.875 (171.825)
  • Fondo en dinero: 869.310 (1.199.537)
  • Fondo total: 12.872.885 (10.145.112)
  • Fondo por habitante en reales: 75'47 (51'54)
Otras provincias del entorno geográfico e histórico de Soria arrojan estos índices: Burgos (17'42), León (20'78), Palencia (60'04), y Aragón (24'52). Respecto a España la provincia con más fondo por habitante es Jaen, con 158'57 reales.
Decadencia de los pósitos
Durante su época dorada, los pósitos pudieron satisfacer la demanda de cereales a precios más ventajosos que los del mercado. Pero además dedicaron parte de sus reservas a otros servicios de interés público; se contrataron maestros y médicos, y se realizaron obras públicas y de mejoramiento urbano. En este sentido su obra fue muy ilustrada.

Pero al finalizar el siglo, el intervencionismo militar en el exterior propició la caída y ruina de estas instituciones. Las guerras de finales del XVIII contra Francia primero, y junto a Francia contra Inglaterra después, ocasionaron grandes gastos que el erario público no podía soportar. Hacienda sacó dinero allí donde lo hubiera, y los pósitos enseguida estuvieron en el punto de mira del recaudador.

Además de los tributos ordinarios, el Estado les exigió de sus fondos unos préstamos extraordinarios. En 1798 fueron 14 millones de reales, y en 1799 fueron 48 millones. Estos y otros préstamos realizados hasta 1808 disminuyeron sensiblemente sus reservas, ya que nunca se devolvieron.

Superado el trauma de la ocupación francesa y la guerra de la Independencia, los pósitos subsistieron, pero nunca fueron lo mismo que en el S. XVIII. Su número se redujo en noventa años en 4.683. Su existencia languidecía, pero paralelamente empezaban a surgir otras fórmulas de crédito agrícola.

____________________
Trébago tuvo la suerte de contar, como lo demuestra la inscripción labrada en piedra existente frente a las escaleras de la Iglesia, con un REAL POSITO AÑADIDO A EXPENSAS DE SUS CAUDALES, REYNANDO CARLOS IV. AñO DE 1792. En un próximo artículo confiamos poder ofrecer pormenores de dicho pósito.

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