| por Benito Hernández González Me atrevo a incluirle dos ¿romances? en los que hago referencia al padre de mi mujer -Eulogia Romera Gómez ella y Alejandro Romera Sanz, él-, veterinario que fue de Trébago, donde nacieron sus hijos, por si tiene a bien hacérselo llegar al responsable de esa Revista "La Voz de Trébago", de la que de vez en cuando llega a mis manos algún número y por si estimara oportuno hacer algún uso de ellos, en cuyo caso también me atrevo a rogar se me hiciera llegar un ejemplar.
 
 Lo que llamo "romances" son parte de un proyecto de unos cuarenta sobre Soria y no podía faltar una referencia al pueblo de mi mujer.
 
 
 
 
 HIJOS DE "VILLAVERDE DEL MONTE"
 
 
	| En el alto frontispicio del pétreo Ayuntamiento
 rinde una placa homenaje
 al hijo que fue del pueblo,
 García Gómez, Gabriel,
 padre de García Moreno
 Gabriel, que fue Presidente
 de Ecuador, si que polémico,
 bien que, en todo caso, fuera
 fuerte impulsor del progreso
 de aquella hermana república.
 
 La placa yo hoy la recuerdo
 porque el Villaverde actual,
 en que contar con los dedos
 se pueden sus habitantes,
 me hace soñar el quimérico
 sueño de que, si un soriano,
 Gabriel, puso los cimientos
 de la quiteña república,
 porque eran tiempos aquéllos
 en que la España emigraba
 hacia los mares Océanos
 Pacífico y el Atlántico,
 qué mucho que algún quiteño,
 -tantos como a España hoy vienen-
 soñase con el proyecto
 de fundar en Villaverde
 también un ¿Estado nuevo?
 devolviendo así el servicio
 a Gabriel, que en tres quinquenios
 promovió y sentó las bases
 de un Ecuador más moderno.
 
 Que estudie el ecuatoriano,
 si quedan nietos, bisnietos
 de varios Gabriel García
 como en la Villa existieron.
 
 
 | A Gabrieles y Garcías, y no ha mucho tiempo de ello,
 yo he conocido. Y proclamo
 que de gran merecimiento
 son los hijos de esta Villa,
 que fue emporio ganadero,
 importante en otras épocas,
 y que a sus hijos senderos
 diseñó para que fueran
 merecedores de puestos
 desempeñar relevantes.
 ¡Algunos en el Ejército!
 
 Yo no sé si a ti te importa
 evocar a los ancestros
 de Villaverde del Monte.
 A mí mucho; que estos versos
 me permiten recordar
 a alguien que, si bien pequeño
 de estatura me lo pintan,
 para mí siempre el primero
 de sus hijos fue, pues que él,
 de los dos míos abuelo,
 fue jinete destacado
 y en ganado equino experto,
 que le mereció acceder
 a un puesto de alabardero
 del castizo Alfonso XIII,
 en cuyo nupcial cortejo
 en mil novecientos seis,
 calle Mayor recorriendo,
 figuró y quiso la Virgen
 de Villaverde, bien creo,
 que del famoso atentado
 en que ¿hubo 28 muertos
 y unos quizás 100 heridos?
 saliera Alejandro ileso.
 
 Romera Sanz Alejandro
 se llamaba. Fue mi suegro.
 Veterinario notable
 de un notable pueblo: Trébago.
 
 
 
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 VENDIENDO PEZ
 
 
	| Descubre Colón América y se encuentra allí vendiendo
 pez (lo contaba mí padre
 y dudé si hablaba en serio)
 a alguien de mi San Leonardo,
 pueblo de mi nacimiento.
 
 ¿Era una broma paterna?
 No sé; pero ante aquel puesto
 docente en Valparaíso,
 hermosa capital puerto
 de Chile, hube de rendir
 pleitesía y mis respetos
 al Cónsul allí de España,
 y ¿de dónde el caballero?
 me pregunta el diplomático,
 en diplomático gesto.
 
 .  De SORIA.
 ¡Anda! y yo también
 Y ... ¿de qué pueblo en concreto?
 
 .  De San Leonardo de Yagüe.
 
 .  Pues ¡anda! también procedo
 yo, a unos cuarenta kilómetros
 de San Leonardo, a lo recto:
 Del San Esteban histórico
 de Gormaz, muy junto al Duero.
 
 Como buen soriano, -sigue-
 con soriana habrá Vd. hecho
 pareja, es de suponer.
 .  Así es, señor; en efecto.
 .  ¿De qué pueblo, por favor?
 .  Con mucho gusto: de Trébago.
 
 .  Pues ¡anda! mi buen amigo:
 Esa señora que asiento
 ocupa tras la vidriera,
 -desde aquí la está Vd. viendo-,
 es de Fuentestrún, vecina
 localidad, según creo,
 del pueblo de su mujer.
 
 
 | .- ¡No me diga! ¡Qué estupendo! 
 Razón tenía mi padre.
 Que en un rincón tan extremo
 del mundo cuatro sorianos
 se encuentren por derroteros
 que han llegado tan distintos,
 nos obliga a que aceptemos
 la precolombina hipótesis
 o el sagaz descubrimiento
 de mi padre ¡Un zahorí!
 
 A pie juntillas acepto
 tal versión pues veo lógico
 que un paisano resinero,
 tan trotamundos que son,
 fuera quien llegó el primero
 a aquellas tierras de América.
 
 ¡Colón, oye, tú!: ¡Un momento!
 No descubriste las Indias.
 Las descubrió el pinariego
 de San Leonardo, y, buen Yagüe,
 a la idea vete haciendo
 de que habrá que investigar
 cuál fue el nombre de aquel genio
 que habrá de reemplazarte
 en el nombre de mi pueblo.
 
 P.S.
 Mi progenitor disculpe
 pero en vez de Chile, México
 pudo ser ... U otro país
 rumbo a la Tierra de Fuego.
 Y, en vez de mi San Leonardo,
 ¿no pudo un aventurero
 de Trébago el héroe ser?
 Pues de allí muchos salieron
 antes de Colón, se cuenta,
 de puerta en puerta vendiendo
 aceite y otros etcéteras.
 En América el encuentro
 ¿quién te dice que no fue
 con aceiteros de Trébago?
 
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